Parte 1

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El molesto pitido del despertador muggle despertó a Ron Weasley.

De un manotazo mandó el pequeño aparato que no cesaba de zumbar al suelo donde por fin se detuvo.

Se estiró perezosamente para encontrar su cama vacía. El lado que normalmente ocupaba su prometida estaba frío, lo que indicaba que ella llevaba ya un buen rato despierta y fuera del lecho.

Se sentó y se frotó los ojos. Con un lastimero quejido se puso en pie y se dirigió al baño.

El reflejo del espejo de devolvió una imagen de si mismo despeinada y con ojeras.

Los cabellos pelirrojos apuntaban cada uno donde les parecía. La sombra de una barba rojiza cubría su mentón y Ron pasó su mano por su cara mientras pensaba muy seriamente en no afeitarse y adoptar ese nuevo estilo que a él le parecía de lo más atractivo.

Después de usar el inodoro, bajó las escaleras de su recién estrenada casa y se dirigió a la cocina para encontrarse con su querida prometida.

Habían pasado casi 3 años desde el final de guerra y muchas cosas habían cambiado en sus vidas.

Justo después de la caída de Voldemort, el trío de oro se volcó en la reconstrucción de Hogwarts. El mundo mágico necesitaba volver a la normalidad a toda costa y la reconstrucción de la escuela era una de las tareas primordiales. Los niños necesitaban un lugar seguro al que volver para poder intentar retomar sus vidas con toda la normalidad que fuese posible. Necesitaban de un lugar feliz al que regresar y pese a todo lo ocurrido en el colegio, era muy necesario para todos que volviese a estar en funcionamiento lo antes posible.

Contra todo pronostico, el profesor Snape había logrado sobrevivir al ataque de esa infame serpiente y tanto Harry como Hermione se desvivieron para que el maestro de pociones tuviese los mejores cuidados que le pudiesen ofrecer. Le esperaba una muy larga estancia en San Mungo y una muy dolorosa recuperación pero con algo de suerte y buena voluntad por parte del pocionista, lograría recuperarse casi por completo del ataque.

O eso esperaban.

Harry pasó muchos meses batallando con el Ministerio de magia para que Snape saliese sin cargos de todo lo acontecido ya que se podía demostrar que luchó de su lado y gracias a su dedicación, se pudo vencer al mago oscuro.

Por su parte, el Ministerio no pensaba igual que el chico que vivió. Snape era un criminal y debía de pagar por sus acciones. Al fin y al cabo, aunque su ayuda fue crucial, no podían pasar por alto todas las atrocidades que cometió en su juventud junto a los mortífagos.

También estaba pendiente el tema del asesinato de Dumbledore. Había una facción algo más conservadora del ministerio que pedía la cabeza de Snape por arrebatarles a Dumbledore.

Harry pasó días enteros encerrado en el despacho del ahora recién nombrado Ministro Kinsgley Shacklebolt intentando ganar la inocencia del profesor.

El Ministro estaba del lado de Harry pero el Wizengamot tenía demasiado peso y lo único que pudo conseguir es que se aplazasen sus juicios hasta que el profesor pudiese abandonar San Mungo por su propio pie.

No era la victoria que Harry quería pero por lo menos les daba algo de tiempo para seguir peleando por su inocencia.

Ese mismo año, Ron y Hermione formalizaron su relación.

Ella decidió volver a Hogwarts para terminar sus estudios mientras que Harry y Ron entraron directamente a la academia de aurores.

Al terminar el curso, Hermione se mudó con Ron a la que fue la antigua casa de sus padres.

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