Parte 9

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Harry Potter estaba sentado en el sofá de su casa con los pies de su mujer sobre el regazo. Ginny comenzaba a notar los maravillosos síntomas del embarazo como esa cómoda y fantástica sensación que era el tener los tobillos hinchados.

El pelinegro estaba dando un masaje a las piernas de su mujer cuando oyó que llamaban insistentemente a su puerta.

El chico miró a Ginny que le devolvía una mirada interrogante y algo temerosa. No esperaban visita a esas horas de la noche y las protecciones que tenía la vivienda sólo permitían que fuese alguna de sus personas autorizadas la que estaba tras la puerta.

Harry se puso en pie y fue a abrir.

-¿Ron? - preguntó confundido al ver a su amigo en la entrada.

Ron Weasley estaba frente a la casa de los Potter, cargando una maleta, con cara de pocos amigos y empapado hasta los huesos.

Había comenzado a llover y el pelo se le pegaba a la cara.

-¿Puedo pasar? - preguntó en tono lúgubre.

-Sí, por supuesto. - Harry se hizo a un lado para permitir que su amigo entrase. Entonces reparó en la maleta que llevaba y le miró con preocupación. - ¿Va todo bien? ¿Donde está Hermione? - El pelirrojo se encogió visiblemente ante la mención de su prometida y miró con enojo a su amigo.

-Ni me la menciones, tío. Ahora te cuento.

Ambos chicos entraron al salón donde Ginny seguí recostada en el sofá.

-¡Por Merlín, Ron! - exclamó la chica. - ¿Estás bien? - dijo poniéndose en pie y secando la ropa de su hermano con la varita. - Siéntate, por favor. - dijo mientras iba por una bebida caliente para su él.

El chico obedeció a su hermana y tomó asiento mientras aceptaba la taza humeante que ella le tendía.

En el salón no hablaba nadie. Harry estaba convencido de que algo muy malo había pasado entre sus amigos y esperaba que Ron comenzase a contar lo sucedido.

La pareja escucho todo el relato en silencio.

El joven Weasley les contó la discusión que había tenido con su prometida y los miedos que le asolaban desde que Snape se había instalado en la casa y como había terminado por agarrar sus maletas y marcharse de allí. Les pidió si podía quedarse a pasar la noche y por supuesto le dijeron que sí.

Ron pasaría la noche con ellos y por la tarde del día siguiente se marcharía con Harry a esa última semana de actividades antes de la graduación en la academia de aurores.

Durante la noche, los Potter intentaron mediar con Ron y calmar un poco los ánimos.

Ginny le dijo que era normal que Hermione tuviese dudas en cuanto a la boda. A todas las novias les entraba algo parecido al miedo antes de dar el gran paso y le dijo que si prefería esperar para ir en busca del vestido, pues que la dejase. No era tan grave como pensaba el pelirrojo. Seguramente esa reacción en la castaña era a causa de la frustración que sentía porque Ron se marchase antes y la dejase más tiempo sola con Snape.

Por su parte, Harry le dijo que se calmase. Por la mañana iría a hablar con su amiga para calmar un poco las cosas entre la pareja mientras Ron esperaba en su casa con su hermana.

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Harry miraba a Hermione todavía con sorpresa en los ojos.

La castaña estaba sentada frente a él y le acababa de contar todo lo que había ocurrido la noche anterior con su prometido y como terminó abrazada a Snape.

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