Parte 2

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Le dolía todo el cuerpo. Tenía frío, mucho frío y parecía que tenía un hierro caliente pegado al cuello que le producía un dolor insoportable. No tenía fuerzas ni para gritar.

Su cuerpo dio una fuerte sacudida y algo parecido a una corriente eléctrica de gran voltaje le recorrió de arriba a abajo.

Con un esfuerzo sobrehumano abrió levemente los ojos.

La luz era cegadora y le lastimaba.

Intentó enfocar su vista para ver donde estaba. No lo logró.

A esas alturas debería estar muerto. Su último recuerdo era desangrarse en la soledad de la casa de los gritos tras haber entregado sus recuerdos a Potter.

¿Donde estaba? ¿Era eso el infierno? Todo y no ser creyente, estaba convencido de que así era teniendo en cuenta el dolor que estaba soportando.

Una mano cálida le ahuecó la mejilla.

-¿Profesor? - oyó como una voz a lo lejos. -¿Me oye?

¿Que narices pasaba allí? ¿Profesor?

Intentó por todos los medios abrir los ojos pero le costaba horrores.

¿No estaba muerto? Merlín lo ayudase si no era así. ¿Y Voldemort? ¡Alguien tenía que detenerle! Esperaba estar todavía a tiempo de poder acabar con él.

Intentó incorporarse pero solo logró un leve movimiento de su cuerpo acompañado de un quejido de dolor.

Notó una presión sobre su pecho. Parecía que alguien estaba intentando que se mantuviese tumbado.

-No se mueva, profesor. Avisaré a alguien.- dijo en la lejanía la misteriosa voz.

Poco a poco sus ojos se fueron abriendo e intentaron ir enfocándose.

Estaba en una especie de estancia de color blanco. Había una ventana por la cual entraba una luz muy brillante que le dañaba los ojos.

Parecía una habitación de hospital. A su lado comenzó a oír un pitido constante que provenía de algún tipo de aparato al que estaba conectado.

Recorrió la habitación con la mirada y sus ojos se detuvieron en la puerta.

Allí, de pie y mirándole con preocupación había un ángel.

La luz del exterior se recortaba contra su figura y le otorgaba un aire etéreo.

Parecía una mujer de largos cabellos castaños pero no podía deducir con facilidad la edad o el sexo.

-No se preocupe, profesor – dijo el ángel con dulzura desde la puerta. - todo está bien.

Durante una fracción de segundo quiso creer lo que le decía esa criatura pero nada estaba realmente bien. Tenían que matar a Voldemort.

El ángel dio un último vistazo al pasillo y se acercó a él con preocupación en el rostro.

-No tengo mucho tiempo, señor. - dijo con rapidez mientras lanzaba miradas furtivas a la puerta. - No se preocupe, estamos haciendo todo lo posible por conseguir su libertad, no vamos a dejar que le hagan nada. - La chica hablaba con velocidad muy cerca de su oído y su voz le resultaba tremendamente familiar. - Siempre me dijo que era una insufrible sabelotodo, ¿verdad? Pues confíe en mi.

Los ojos se le abrieron de pronto con sorpresa. ¿Granger? ¿Su ángel era esa niña molesta?

¿Que narices hacía allí Granger diciendo todas esas cosas sin sentido?

De pronto irrumpieron en la habitación varias personas cortando su hilo de pensamientos.

Unos hombres uniformados, seguramente aurores, se acercaron a Hermione y la hicieron salir de la habitación.

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