"Hace un año que le prometí que le ayudaría, que le mantendría a salvo. Hace dos años que no le veo y lleva casi uno encerrado en ese horrible lugar... "
Hermione le prometió que lo ayudaría, que lo sacaría de allí y que todo iría bien pero todo han...
Antes de nada, quiero agradeceros de corazón todos los mensajes y todos los buenos deseos que me habéis mandado estas últimas semanas. Me habéis ayudado más de lo que imagináis!
Mi vida sigue siendo un poco caos y no tengo tiempo a penas de nada pero quiero que sepáis que os tengo muy presentes a todos y ni por un momento penséis que voy a abandonar la historia. Simplemente pido qui sigáis igual de pacientes que hasta ahora y en cuanto yo tenga un ratito iré subiendo capítulos nuevos.
Mil gracias a todos y espero que disfrutéis del capitulo de hoy.
Hermione se despertó algo desorientada. Durante unos minutos no supo donde estaba. Esa no era su cama ni estaba en su habitación. Tampoco estaba sola...
Un calor agradable le cubría la espalda.
Severus Snape dormía junto a ella y una de sus manos estaba firmemente sujeta a uno de sus pechos desnudos.
¡¿Desnudos?!
Las imágenes de la noche anterior asaltaron su mente y se sonrojó profundamente al recordar todo lo sucedido.
Por fin había cumplido su fantasía secrerta de colegiala que era acostarse con el profesor Snape sobre una mesa. En sus sueños se trataba de uno de los mesones de trabajo del aula de pociones pero la mesa de la cocina de su propia casa le servía también.
Había pasado una de las mejores noches de su vida con alguien que no era su pareja y aunque se sentía algo culpable por ello, no se sentía todo lo mal que debería.
Había sido una noche espectacular y los calambres que sentía entre sus piernas eran una buena prueba de ello.
De madrugada ambos se habían despertado y habían compartido un segundo asalto esta vez entre las sábanas de la cama que ocupaba el mago.
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Hermione estaba completamente satisfecha y feliz. En unas pocas horas había tenido más orgasmos de los que había conseguido en varias semanas con Ron. Ese era otro indicativo de que el pelirrojo no era la persona adecuada para ella.
Suspiró mientras sonreía y se acurrucó un poco más contra el fuerte pecho de Severus Snape.
Pasados unos minutos de agradable calma, tuvo que levantarse. Necesitaba urgentemente ir al baño.
El profesor la agarraba fuertemente contra él y ella no quería moverse porque temía despertarle pero realmente tenía que ir al baño con prontitud. Se movió con todo el sigilo del que fue capaz y logró que el oscuro mago le soltase por fin el pecho por el que la tenía sujeta.
