Parte 3

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Hermione podía haber estado cientos de veces en ese lugar y nunca se le pasaba esa sensación de frío y miedo que se instalaba en la parte baja de su espalda cada vez que ponía un pie en esa húmeda roca.

La prisión de Azkaban se alzaba imponente ante ellos y la castaña tragó con dificultad mientras miraba hacia arriba antes de seguir al desagradable director al interior.

Por dentro era tan lúgubre como pudieses llegar a imaginar.

El aire cargado de humedad, era pesado y dificultaba la respiración. Los guardias no podían hacer turnos demasiado largos en ese sitio sin terminar con problemas de salud derivados de la exposición al salitre y el aire tremendamente frío que reinaba en el ambiente.

El director de la prisión, era un mago de mediana edad con aspecto poco amigable.

Era muy alto y delgado con una piel tan blanca que muchas veces rozaba un tono amarillento casi enfermizo.

Tenía el pelo canoso perfectamente cortado al estilo militar y Hermione no le había visto sonreír nunca.

Sus ojos eran de un color verde esmeralda tan intenso que parecía que era capaz de ver tu alma y su voz era bastante molesta aunque por suerte era hombre de pocas palabras.

Entraron a su minúsculo despacho atiborrado de papeles y archivadores situado casi a la entrada de la prisión cerca de un pequeño cuarto de descanso para los guardias.

Se acercó al archivador más cercano a su mesa y comenzó a rebuscar unos papeles mientras Hermione y el ministro permanecían de pie frente a él.

Tres personas en un espacio tan pequeño creaban un fuerte ansiedad en la castaña que se removió incomoda.

-Espero que tenga todos los permisos listos, señor ministro. - dijo el director mirando con desdén a ambos.

-Por supuesto, - dijo Kingsley mientras se apartaba para dar paso a Hermione. - la señorita Granger tiene todo preparado y sellado para usted.

La chica le tendió con manos un poco temblorosas unos papeles perfectamente cumplimentados y ordenados mientras el mago le dedicaba una mirada de desagrado.

El director revisó toda la documentación durante unos minutos mientras hacía ruidos de molestia.

-Sí, - dijo al fin. - parece que todo está en orden. - Se levanto de su silla y adjunto los papeles del ministerio junto a los que previamente había buscado y firmado y los guardó de nuevo en el archivador el cual cerró con un fuerte golpe que sobresalto a los demás.

El director salió de nuevo al pasillo sin decir una palabra y abrió la puerta del cuarto de los guardias.

Dijo alguna cosa a quienes estaban dentro en un tono tan bajo que ni Hermione ni el ministro pudieron oír y acto seguido cerró la puerta tras él.

-Su varita, señorita Granger. - dijo mientras extendía la mano con un gesto de aburrimiento.

-¿Cómo dice? - preguntó la chica confundida.

-Me ha oído, deme su varita.

-Disculpe pero no voy ha hacerlo. - dijo ella con desconfianza.- Nadie me informó de que debería entregarla.

-No vas a entregar nada, Hermione. - intervino el ministro.

-¿De verdad creen que les voy a dejar visitar a un preso de alta seguridad portando una varita? - preguntó el director con amargura. - Les tenía por alguien más inteligente la verdad...- añadió con burla.

-¿Por quien me toma? - dijo ella indignada. - ¿Cree que voy ha intentar algo?

-No es lo que usted pueda hacer lo que me preocupa señorita. - dijo el director. - El preso 00394 está catalogado como preso de alto riesgo y no podemos permitirnos el lujo de aventurarnos a que un funcionario del ministerio resulte herido o muerto durante la visita. Por muy molesto que sea dicho funcionario. - añadió esto último en voz más baja.

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