Un Rey Caido es Igual a una Presa Facil

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Perdón por la tardanza, he tenido muchas cosas que hacer este tiempo aunque se que eso no es una excusa para demorarme en subir un capítulo y sobre todo tan cortito como este. Prometo tener una lluvia de ideas pronto xD y así escribir más capítulos. Y sin más preámbulos les dejo el cap. Espero y lo disfruten. Si esta fome me dicen y yo trataré de mejorar los cap siguientes ^.^

-Podría...-comenzó a hablar en mi oído-
-Podría ¿qué?-pregunte manteniendo la calma ante su cercanía.
-Podría ser la carnada para esta "misión"-me contestó alejándose de mi.
-Me está pidiendo convertirme en una de sus piezas-
-¿Es qué acaso no lo dije lo suficientemente claro?-
-Tsk-hice sonar mi lengua-me niego-
-Es usted la que me está pidiendo ayuda. Yo podría simplemente usar mis métodos y dejarla en desventaja frente a la reina-
-No se atrevería Conde-lo miré desafiante.
-Claro que me atrevo-
-Bochan, el té de la tarde esta servido, por favor baje-se escuchó desde el otro lado de la puerta.
-Lady Bennet ¿me acompaña?-el Conde me ofreció su mano y me sonrió burlonamente.
-Aceptaré ser su carnada-dije levantándome-pero solo si me gana una partida de ajedrez-ignoré la mano del conde y salí del despacho.
-Sebastián prepara el tablero de ajedrez-ordenó el conde al salir detrás de mi.

Nos dirigimos hacia el patio y Hannah ayudó a Sebastián a preparar la mesa con los bocadillos del té de la tarde. Comenzamos el juego y al principio el juego estaba muy parejo pero poco a poco mis piezas se apoderaban del tablero. Tomé un bocadillo de la mesa y lo comí lentamente analizando cada movimiento posible.

-¿Qué le parece Conde si le agregamos más sazón al juego?-sugerí.
-Adelante, escucho-dijo cruzando sus manos frente a su rostro.
-Si yo gano quien tendrá que ser la carnada será usted-
-¿Está consiente en que somos de géneros diferentes?-
-Completamente-dije moviendo el alfil-pero nuestros cuerpos son similares y su rostro tiene finas facciones-me miró molesto-¿O es que no está seguro si podrá ganarme?-
-¿No cree que esta demasiado segura sin siquiera tener a mi rey acorralado?-
-Lo estoy-dije con firmeza y continuamos con el juego.

Pasaron varios minutos y el juego terminó. El conde se levantó de su lugar y se dirigió a su despacho mientras que yo me quedé sentada tratando de analizar lo que había ocurrido. Miré el tablero y vi al rey blanco tirado sobre el tablero y el rey negro de pie. Realmente había perdido.

-Señorita, ¿está bien?-era mi ama de llaves.
-Hannah, prepara una infusión de hiervas, necesito relajarme-dije poniendo una de mis manos a un lado de mi cabeza.
-Como ordene-

Hannah caminó en dirección a la mansión mientras yo me ponía de pie. El simple hecho de tener que ser una señorita refina y educada para que el secuestrador me pusiera en la mira no me parecía nada agradable. Claro que sabría que estaría a salvo porque el contrato con mi ama de llaves no permite que me maten pero sería realmente repugnante ser tocada por un hombre.
Me levanté pesadamente y caminé en dirección a la mansión cuando unas rosas llamaron mi atención. Era tan blancas como la nieve y el aroma era tan dulce que embriagaba a cualquiera que las oliera. Me acerqué otro poco para poder tocarlas pero al tocar una de las flores sus espinas hirieron mi dedo haciendo que al levantar mi mano una de las rosas se manchara de rojo.

-Lástima que la flor más pura se manchara de rojo, ahora su color blanco esta manchado y es impuro, como tú-habló una voz cerca de mi oído.

Me giré con brusquedad
preparándome para sacar el arma que guardaba en mi vestido pero no encontré a nadie. Creí que había sido mi imaginación que me hacia escuchar cosas y simplemente ignoré lo ocurrido.

-Thompson, trae un pañuelo, Canterbury, encárgate de poner un ramo de estas flores en mi habitación, Timber, guíame a mi habitación-ordené.

Thompson limpio mi dedo y Timber me guío hasta mis aposentos. Estaba frustrada. No era la mejor jugadora de ajedrez del mundo pero realmente odiaba perder. Cuando llegué a la habitación me recosté sobre la gran cama y Hannah llegó con la infusión. La bebí lentamente tratando de que el aroman se impregnara en mi mente pero sólo podía pensar en el Conde, él y su sonrisa burlona de medio lado. Su sonrisa de satisfacción me tenía verdaderamente enfadada. No podía quitar de mis pensamientos sus ojos tratando de decirme lo tonta que era por haber creído que el juego lo tenia ganado cuando apenas habíamos comenzado.
Le devolví la taza a Hannah y me dormí sobre el suave edredón. No podía seguir enojada por algo que yo misma provoque y la única forma de tranquilizarme seria durmiendo.

"Ni siquiera tus sueños pueden ser puros. Estas sumida en una oscuridad tan profunda que te has vuelto impura. Jamás lograras lo que quieres porque perteneces a un demonio ¡IMPURA!"

Kuroshitsuji: El Destino de la Mariposa de la ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora