Lady Bennet ¿qué es usted para mi?

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Narra Ciel

-¡Se que está aquí Conde y por las buenas le voy a pedir que me devuelva a Lady _______!-gritó rubio.

-Así que estaba en lo correcto-le hable a Lady Bennet en el oído para que el Conde no me escuchara.

-Contaré hasta tres...-escuché como una espada era desenvainada-para que salgan y olvidemos este asunto-

-No se preocupe Lady Bennet-volví a susurrar.

-¡UNO!-

-Conmigo estará a salvo-me acerqué un poco más.

-¡DOS!-la espada se enterró en uno de los barriles atravesándolo.

-Se lo prometo-

-¡TRES!-sentí como el barril a mis espaldas era atravesado por la espada.

Para nuestra suerte el barril roto nos protegió de ser atravesados brutalmente por el filo de la espada. Escapamos del poco espacio que había detrás de los barriles y tratamos de encontrar otro escondite pero el Conde Trancy nos atacó cuando tratamos de huir. Para que ninguno de los dos saliera herido le indiqué a Lady Bennet que escapara mientras yo distraía al rubio. Convenientemente el disfraz que Sebastián eligió para mi incluía una espada hecha a medida. Aproveché el accesorio y me defendí de los ataques que parecían querer acabar con mi vida. Salimos de la bodega de vinos y noté que Lady Bennet estaba en la entrada de esta esperando. La observé confundido distrayendome por unos segundos, tiempo suficiente para que el filo de la hoja de metal se acercara a mi piel y me hiriese en el brazo. Mi arma cayó al piso y yo tropecé al tratar de esquivar otro ataque. El Conde Trancy aprovechó para apuntar a mi cuello con su espada mientras Lady Bennet observaba perpleja.

-¡Conde Trancy!-gritó mi ex-invitada.

-¿Eh? ¿Acaso te atreves a gritarme?-

-No le haga daño, se lo ruego-se acercó para tomar la mano del rubio.

-La única que le está haciendo daño a Ciel es usted Lady _______-

-¿De qué habla?-la preguntó muchacha.

-A causa de su imprudencia ahora el Conde Ciel tiene que huir para salvarla y usted lo único que hace es quedarse parada ¿Es que acaso no teme que yo pueda...mmm...nosé... ¡Atacarla!?-

El Conde Trancy apuntó ahora al cuello de Lady Bennet. Ella ni se inmutó ante tal acto. Simplemente alejó la espada y le habló al oído al rubio. A causa de mi lejanía no logré escuchar con claridad de lo que hablaban. Lady Bennet se acercó a mi y me ayudó a poner de pie. Con su pañuelo cubrió mi herida y nos dirigimos al patio. Fuera nos esperaba Hannah con un carruaje conducido por uno de los trillizos. Los otros dos, según me informó Lady Bennet, estaban aún en la fiesta avisando a Sebastián de mi retirada y cuidando del resto. Nos subimos y al estar frente pude notar como la piel de aquella chica estaba más pálida de lo usual. Quise tocar su mejilla pero necesitaba sostener el pañuelo en mi herida para apaciguar un poco la hemorragia. Me recosté hacia atrás y miré las manos de mi invitada que estaban apoyadas en sus rodillas y que las mantenía cerradas con fuerza. Quizás fue el cansancio el que me hizo ver una alucinación pues pude ver como un par de lágrimas atravesaban las mejillas de Lady Bennet para dar a parar sobre sus puños. Pero quien estaba frente a mi no era una chica cualquiera y no se permitiría llorar en público ni mucho menos frente a un desconocido como yo. Cerré mis ojos y lo último que recuerdo haber oído fue su voz pidiendo perdón.

A la maña siguiente desperté con una fuerte punzada en mi brazo derecho. Me senté en la cama y me até el parche de mi ojo que antes estaba en mi mesa de noche. Traté de recordar el motivo de mi herida. Justo en ese instante entró Elizabeth corriendo y se abalanzó contra mi. Tras de ella venían Sebastián y Lady Bennet. Al ver que mi invitada me observaba aparté a Lizzy de mi lado excusándome con mi herida.

Kuroshitsuji: El Destino de la Mariposa de la ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora