royally pleasure, hyunin.

18

Cuando llegaron para la cena, que era aproximadamente a las tres de la mañana para los vampiros, Jeongin y Hyunjin ya tenían más de media hora de retraso.

El rey y la reina estaban allí, vestidos con sus mejores galas, vestidos, tiaras, fajas. La princesa Yeji se veía hermosa, aunque un poco tensa en un vestido que brillaba, y justo cuando Hyunjin se disculpó por la demora, Jeongin se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.

Otros dos vampiros se sentaron frente al rey y la reina.

Jeongin no sabía exactamente quiénes eran, pero tuvo una idea bastante buena por la forma en que se giraron y lo miraron.

La vampira femenina de la pareja parecía casi como si quisiera llorar, como si ver a Jeongin allí de pie le causara un verdadero malestar emocional.

Cuando ella se apartó de él, su esposo le puso un brazo en el hombro, mirando a Jeongin como si él hubiera llamado a su esposa fea en su cara.

Este era el Señor y la Señora Shin. Los padres de lady Yuna. Santa mierda.

—Hijo, esperaba que estuvieras a tiempo, —dijo el rey Seokjin, llevando su cuchara de sopa a los labios.

Claramente estaba tratando de no sonar como si esto le molestara demasiado, pero no había forma de que no lo hiciera.

Estaba furioso.

—Me disculpo. Había una pequeña mancha de tinta en mi camisa. Tuve que cambiarme todo el atuendo. No querría parecer menos que presentable para nuestros estimados huéspedes. Lord Shin, Lady Shin.

Ellos asintieron, aunque parecían tan miserables como se sentía Jeongin.

—Su Alteza. Es bueno verte de nuevo.

Hubo una breve vacilación. Lady Shin empujó su silla hacia atrás de repente, de pie y haciendo una reverencia a Hyunjin.

—Su Alteza, —dijo rápidamente, luego volvió a su asiento, manteniendo la cabeza baja.

Su marido no se levantó.

Jeongin no podía decir si estaban tratando de aparentar para Hyunjin de alguna manera. Era tan difícil saber si un vampiro estaba siendo insultante o no en algunos casos a propósito o no, porque todas las cosas pequeñas que se consideraban insultantes eran difíciles de rastrear.

¿Debería él inclinarse? Habían pasado siete días largos cuando había comenzado a aflojar su protocolo real, pero Jeongin no sabía qué hacer.

Quería ser respetuoso, así que se puso delante de Lord Shin y se inclinó ante él.

—Es un honor conocerlo a usted y a su encantadora esposa.

—Sí. Sí. —Lord Shin lo despidió, su bigote se contrajo, y parecía que se estaba poniendo un poco rojo.

Jeongin miró a Yeji, quien sacudió suavemente la cabeza.

Oh, mierda. Está bien. Jeongin se alejó de él.

—Jeongin, debes sentarte allí, junto a Lord Shin.

Jeongin se tensó. Miró el asiento y luego a Lord Shin, quien claramente no lo quería cerca de él. Sabía cómo se vería si pidiera sentarse junto a Yeji, y ahora que se dio cuenta, no había otras sillas para elegir.

De los dos vacíos, uno estaba al lado del mismo rey y el otro al lado de Lord Shin. Yeji se sentó junto a Lady Shin, probablemente para hacer que el asunto pareciera más informal de lo que era.

Se aclaró la garganta, tirando de su silla hacia atrás.

—Por supuesto.

—No.