Capítulo 1

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Los días soleados eran el tesoro de todos los ingleses, este día definitivamente se posicionaría como el cofre de monedas más grande en un tiempo. Una agradable mañana bañaba los cielos de la hermosa ciudad de Londres, Inglaterra. En las calles transitaban muchas personas con diferentes destinos transitando por aquellas calles bien cuidadas.

De un edificio, uno de los más prestigiosos de la ciudad, salió una joven pareja caminando a paso rápido: el omega era un chico bajito y menudo de piel caramelo, con ojos color azul hipnotizante, cabello castaño peinado en un cuidado tupé, vistiendo un formal ceñido vestido, mientras cargaba dos vasos con café de contenido. Su acompañante era un alfa con piel clara, pelo negro con mechones cayendo sobre su rostro, ojos color azul también, vistiendo un traje muy elegante, miraba con atención aquel teléfono entre sus manos.

El omega le entregó de manera cariñosa un vaso, él lo recogió muy gustoso.

―Aquí tienes, Ian ―dijo el castaño, sonriéndole.

―Oh, gracias, Louis―contestó él, tomando del vaso un pequeño sorbo―. Lo hiciste tú, ¿verdad? ―preguntó, mirándole.

―Detalle para mí prometido por su cumpleaños ―habló él, sonriendo ampliamente―. Ian, hice reservaciones en nuestro restaurante favorito, a las 8:30; ahí podremos hablar para decidir una fecha ―dijo, dándole un gran sorbo a su café cargado.

―¿Planes para hacer planes, Louis? ―preguntó aquel pelinegro, sonriendo divertido.

―Ya vez, así soy yo ―contestó el más bajo, algo apenado por aquella locura―. En fin, lo siento.

―No te disculpes ―dijo él, comenzando a separarse de ella a un paso rápido―. Te veré después.

―Oye, Ian―lo detuvo, mirándole con reproche y jalando de la manga de su saco para detenerlo―. Te amo.

―Ah, sí, yo también ―contestó, besando la frente del omega para después irse rápidamente. Louis se sorprendió por aquel acto.

―¡Feliz cumpleaños! ―gritó Louis, antes de que él desapareciera de su mirada y después de reaccionar de ese acto.

―¡Igualmente! ―dijo Ian, desapareciendo de aquella calle. Louis lo miró de manera rara, pero lo dejó pasar, comenzando a caminar también.

🎰💰🎲

Mientras tanto, en otro lugar de aquella gran ciudad en un pequeño apartamento, un alfa alto, con rizos castaños, de ojos color esmeralda, muy apuesto, vistiendo un pijama sencillo, abría la puerta de su pequeño departamento, recibiendo a una mujer con vestiduras muy provocativas.

―Disculpe, joven, ¿quiere comprar galletas? ―preguntó aquella jovencita. Su voz era totalmente chillona, pero muy seductora.

―¿Eh? Ah, sí, sí quiero ―contestó el joven, comiéndose con la mirada a aquella chica atractiva―. El problema es que no tengo dinero ―dijo, comenzando a buscarse en los bolsillos su pantalón.

―Y yo no tengo galletas.

Ambos sonrieron; la chica se lanzó a los brazos de aquel joven apuesto, comenzando a besarlo con pasión. El rizado la cargó, para después cerrar su apartamento.

Después de un tiempo desde que aquella chica había entrado al apartamento de él, ambos estaban recostados en el suelo, a medio vestir. Ella lo besaba tiernamente; él se dejaba acariciar, hasta que ella le dijo algo no muy agradable para él.

―Harry, necesito una llave ―dijo para después ponerse de pie y alejarse de él, comenzando a vestirse. Él malinterpretó eso, sentándose mirándola con cara de sorpresa y de miedo.

LOCURA DE AMOR EN LAS VEGAS (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora