Capítulo 10

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En el consultorio del psicólogo Niall Horan, se escuchaban a más no poder los gritos de la pareja de esposos al quejarse de las cosas negativas que, según ellos, los perjudicaba: "que Harry no hacía nada en todo el día"; "que Louis siempre está sobre él"; "que el alfa tiene una mentalidad de un niño de nueve años"; "que el omega está haciendo todo lo posible para que lo engañe"; "que él esto"; "que él lo otro"; y demás quejas se escuchaban en el pequeño despacho del psicólogo.

Niall sólo se dedicaba a escuchar cada queja y palabra que emanaba de las bocas de los jóvenes veinteañeros, quienes no dejaban de quejarse y de decir: "porque simple y sencillamente no quiere que éste matrimonio funcione".

Una vez que ambos dejaron de gritar, el beta dio un gran suspiro, para después sonreír levemente. Tomando su tablilla y anotando diversas observaciones, comenzó a hablar.

―Muy bien. Están discutiendo, eso sí fue una verdadera pareja de esposos ―anotó algo más en su pequeña tablilla, mirando el rostro sorprendido de ambos jóvenes―; están avanzando.

Ambos jóvenes pusieron cara asustada, para después mirarse de una manera extraña.

🎰💰🎲

Una nueva tarde se presentó en el hermoso país de Inglaterra. Estaba oscureciendo cuando el rizado de ojos verdes llegó a su pequeño departamento, dispuesto a darse una larga ducha para después meterse a dormir; su sorpresa fue tal al escuchar voces desde fuera de su departamento; voces que reconoció al instante.

―No, no puede ser...

Entró rápidamente a su departamento, encontrándose con las personas que menos quería ver, interrumpiendo la charla entre la familia reunida.

―Mamá, papá...

―Oh, ¡hola, cachorro! ―dijo la pelinegra mientras se acercaba a su hijo, quien tenía una cara sorprendida.

―¿Q-qué están haciendo aquí? ―preguntó él, mientras miraba con cierta duda a sus familiares.

―No seas descortés, Harry―contestó el alfa mayor, muy similar a él, a diferencia del color de pelo un poco canoso y los ojos de otro tono.

―Tranquilo, alfa ―llamó a su lado el castaño, mirándolo con una sonrisa―, los invité yo mismo. Encontré el número de tu madre en tu agenda, quise darte la sorpresa ―se acercó a él en su ceñido vestido negro, y puso sus labios en forma de piquito esperando un beso de "bienvenida". Beso que el omega tuvo que buscar solo porque Harry estab todavía muy petrificado. 

―Louis, ¿sabías que nunca nos había invitado a su departamento? ―comentó el padre de Harry, acercándose a la pareja―. Es la primera vez que vengo a su pequeño departamento.

―Es más ―interrumpió la madre de Harry, mirándolo―,¿por qué no nos dijiste que tenías un omega y te habías casado?

—Sé que sigues molesto porque te despedí, pero, ¿te casaste y no nos dijiste? ―continuó el mayor, mirando con desaprobación a su hijo—. Eso no sabes cuanto duele, sobre todo porque no conocimos desde antes a esta joya que es tu omega.

Ambos se sorprendieron por las palabras del mayor, quien los miraba con una sonrisa. Louis se repuso rápidamente, sonriendo muy grande, agradecido por las palabras de suegro. Harry sólo se dedicó a recibir a su madre, quien lo abrazaba hasta casi asfixiarlo y lloraba cómo si sus ojos fueran un par de cascadas.

―No sabes lo felices que estamos ―decía entre sollozos Anne, su madre, aún llorando a ríos―. Pensábamos que nunca sentarías cabeza después de la popularidad que tenías entre los omegas...

LOCURA DE AMOR EN LAS VEGAS (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora