Capítulo 2

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En uno de los departamentos más lujosos de Londres, se podía apreciar como con mucha dedicación, un chico castaño adornaba y cuidaba perfectamente cada detalle de aquella decoración para una fiesta de cumpleaños, ayudado por los invitados. Unos colocaban un gran letrero donde tenía escrito un gran "Feliz cumpleaños", otros colocaban globos y serpentinas. Unos más acomodan los pequeños pero variados regalos en una pequeña mesa, y el resto solo se dedicaba a conversar entre ellos y, de vez en cuando, a ayudar a otras personas.

Louis preparaba un pequeño pastel de cubierta de chocolate acompañado de chantilly en los costados y centro del pastel, con un par de velas bastante llamativas.

―Ian no tiene ni idea; será en verdad una gran sorpresa ―decía Louis con cierto aire de felicidad ―muy raro en él colocando otras dos velas.

―¿Qué?¿Que eres patético?

―Zee ―reprochó Louis, Zayn rodó los ojos―. ¿Qué? ¿Lo ves muy exagerado?

―No; es justo la cantidad de mucho ―contestó bastante sarcástico. Louis comenzó a observar su contorno―. Hablando de mucho, ¿podemos comenzar a beber ya?

―¡No, Zayn! ―regañó a su amigo, alejándose de él para comenzar a llamarles a los invitados.

―Yo solo decía ―murmuró por lo bajo Zayn.

―Chicos, escuchen: cuando llegue Ian, iré por él; entraré y cuando encienda las luces, ustedes gritarán "¡sorpresa!", ¿quedó claro? ―dijo hacia todas las personas que estaban comenzando a acercarse a la puerta principal. Todos asintieron, muy sonrientes.

―Oh, ya, ¿con qué así funciona una fiesta sorpresa? ―comentó sarcástico el mejor amigo del omega ojiazul. Louis suspiró, apagando las luces.

Todos comenzaron a esconderse, mientras Louis abría la puerta principal, recibiendo a su prometido.

―¡Hola, cariño! ―dijo el ojiazul, recibiendo a su prometido con un fuerte abrazo y un pequeño beso en la mejilla―. Feliz cumpleaños ―dijo al separarse, comenzando a jalar a su prometido hacia dentro del departamento, pero él lo detuvo.

―Espera, Louis: tengo que decirte algo ―dijo él, deteniéndose por completo.

―Me lo dirás adentro. Entremos ya ―interrumpió el omega, otra vez jalando a su prometido. De nuevo, él lo detuvo.

―No, Louis, tengo que decírtelo ahora ―la voz de Ian, sonaba bastante seria y firme―. Créeme que no es algo sencillo de decir.

―Entonces no lo digas ―Louis lo interrumpió―, déjalo ahí y luego, yo trataré de adivinar lo que me querías decir, ¿sí?, pero vamos a entrar ahora ―de nueva cuenta, el más bajo comenzó a encaminarse hacia el departamento. Ian lo detuvo.

―No, no, no, espera, esto no puede esperar ―Ian tomó las manos de Louis, mirándolo seriamente―. Sabes que tengo un trabajo importante, ¿no? ―comenzó él.

―Sí, ¿y? ―preguntó Louis, comenzando la conversación entre ellos.

―Pues, cuando llego a casa quiero que este lugar sea un "escape", ¿me entiendes? Últimamente, no lo es ―comenzó Ian. Louis lo miraba atentamente―. Mira, del sexo no me quejo ¿está bien? Sí, es maravilloso; no sabes cuánto aprecio lo que has hecho conmigo, y con mis partes ―comentó, haciendo ruborizar a Louis, al imaginarse las caras de sus invitados: divertidos, muy divertidos.

―Ian...

―Espera, aún no termino. Lo demás, es agotador, no te estás quieto ningún segundo: todo tiene que estar agendado y planeado ―Louis no entendía nada de lo que quería decir su prometido, hasta que las siguientes palabras le cayeron como un balde agua helada―, y no quiero casarme contigo, Louis―soltó de golpe, mirando el rostro del castaño.

LOCURA DE AMOR EN LAS VEGAS (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora