2 Contra El Mundo

Libertad y Paz

El sol seguía los pasos de Soren y Daniel, junto a los otros se dirigían al ayuntamiento para ver lo que el alcalde Gerardo le tenía preparado a Daniel. Mientras caminaban por las calles de la Ciudad Engobe la gente dirigían sus miradas a Daniel. Los murmullos poco a poco tomaron control de las calmadas calles del pueblo.

-Mira tú... La gente esta hablando de ti Daniel. -Murmuró Cheren. Daniel fue invadido de nuevo por la incomodidad de ser el centro de atención. Sin saber que hacer miró a los lados pero la gente sonreía o lo saludaba.

-¿Podemos caminar más rápido?

-¿Por? -Preguntó Parzival.

-No me siento bien... -Respondió

-No me digas que quieres volver al hospital... -Dijo Cheren.

-¡No! Solo es que... -Daniel suspiro y se guardó su explicación viendo que era inútil. -Olvidenlo.

El resto de la caminata fue silenciosa hasta que el alcalde le dijo algo al oído al señor Wilson y el asintió.

-¿Alguien tiene hambre? -Preguntó el señor Wilson con una sonrisa. -Podemos ir a la posada por algo de comida.

-¡Yo me anoto! -Dijo Cheren con una sonrisa.

Soren, Nereyda, Parzival y Zedd intercambiaron miradas y asintieron.

-¡Nosotros también! -Dijo Parzival hablando por el resto. El señor Wilson sonrió. Tomó el camino de la derecha y los demás lo siguieron por detrás. Daniel los una a seguir también pero la mano del alcalde Gerardo lo paró.

-Yo también quiero comer algo Daniel pero primero dedo enseñarte eso. -Daniel se viró a verlo. Le extrañaba que dijera 'eso' en vez de mencionar lo que ocurría. Mas no le dio mucha importancia.

-Muy bien.

-Bueno pues sígueme ya solo faltan unas cuadras más. ¡Vamos que mi viejo cuerpo aún aguanta!

Daniel se río al ver la energía del alcalde y entonces se pusieron a caminar. La caminata no fue muy larga. Antes de que lo se dieran cuenta ya se encontraban en las puertas del ayuntamiento. Gerardo trató de abrirlas pero las grandes puertas no cedieron ante los gastados brazos del alcalde. Daniel detrás de él apoyo con sus brazos. Sin mucho esfuerzo se abrió las masivas puertas.

-Uf... Debo hacer ejercicio... Gracias de nuevo Daniel.

-No se preocupe.

Adentro del ayuntamiento se podía ver que hacía la gente de un lado a otro con papeles. Mientras Daniel y el alcalde pasaban la gente saludaba. Pero como en las calles de Engobe Daniel solo asentía a los saludos. El ayuntamiento se lo veía como cualquier otro. Daniel por dentro recordó cuando visitaba este lugar de pequeño. Estaba de nuevo en su vieja gloria. Daniel sonrió inconscientemente. Llegaron al despacho del señor Gerardo. Daniel se impresionó al recordar que hace una semanas aquí luchó contra Fisk. Era una atmósfera completamente distinta. El alcalde le dijo que se sentara en la silla al frente de su escritorio y el señor Gerardo se sentó en su característica silla giratoria.

-Muy bien... -Dijo Gerardo desde su asiento. -Daniel... Ah... ¿Por dónde empezar? Es cierto lo que dije, ha pasado mucho tiempo...

-Sí... Demasiado tiempo... Perdoneme por no haber venido antes.

-No Daniel, no te disculpes por aquello. Tú hiciste más que suficiente. Yo y toda esta ciudad estamos en deuda contigo.

-No me lo agradezca. -Gerardo sonrió.

-Sigues siendo el mismo. Modesto como siempre. ¡Ay Daniel!

-Señor Gerardo... ¡Es la verdad! Si no fuera por Soren y sus amigos yo estaría muerto.