Kiara
Unos fuertes brazos me apretaron de la nada y enseguida abrí los ojos sobresaltada, no era papá, ni tampoco Damián, era...
—¿Zack? —Dije en un susurro.
—Si, aquí estoy, nena.
Se sentó en la cama de Damián y lo abracé con fuerza subiéndome a su regazo, repartí varios besos por todo su rostro y dejé escapar varias lágrimas, no estaba triste, me sentía bien de qué estuviera conmigo.
—No llores, ya todo pasó—Pasó sus pulgares por mis mejillas limpiando mi rostro.
—Lo sé, pero estoy feliz de que estés aquí conmigo, estoy feliz de que ya todo haya pasado.
—Ya todo quedó atrás, podemos empezar desde cero.
—Lo haremos, empezaremos de cero. Solo tú y yo—Dije pegando mi frente a la suya.
Sus pulgares se frotaron en mi espalda y ambos nos acostamos abrazados durante un rato, no sé dónde estaba Damián, pero en este momento no me importaba.
—Por favor promete que esto no volverá a pasar—Susurré en su oído.
—No volverá a pasar—Aseguró—. Podemos salir de aquí y empezar una nueva vida.
—Me iré a Gardenia.
—Lo sé.
—¿Vendrás conmigo?
—Voy a hacer trámites para que me transfieran a la universidad de allá y poder seguir mis estudios contigo.
—Te amo, ¿lo sabes? —Sonreí besando sus labios.
—Se que me amas y yo también te amo, ahora no quiero que nada se nos cruce en el camino, buscaremos un apartamento en un lugar cercano a la universidad, nos alejaremos de toda esta mierda y seremos felices para siempre.
—Hasta donde el tiempo lo decida—dije acariciando su pecho.
—Contigo quiero un felices por siempre. Llegar del trabajo y encontrarte primero en casa con nuestros hijos mientras están en la sala viendo películas, luego acostarnos y después nos tomamos nuestro tiempo para descansar.
Una vida al lado de Zack sonaba mejor que estar en otro lado, también me imaginaba caminando al altar con Zack mientras nuestros familiares sonreían y lloraban al entregarme al hombre que amo.
—¿Cuántos hijos quieres tener? —preguntó pasando su mano por mi vientre.
—Creo que uno estaría bien.
—Yo quiero dos, para que se hagan compañía.
—¿Gemelos?
—No estaría nada mal.
—¿Crees que hoy a soportar darle pecho a dos bebés al mismo tiempo? —Exclamé aterrorizada—¿Cómo voy a tenerlos? Me da miedo el parto, mamá dice que duelen mucho las contracciones.
—No te dejes sugestionar.
—Vi varios vídeos, y créeme que veo el dolor reflejado en el rostro de muchas mujeres.
—Estaré contigo.
—¡Pero no eres el que va a parir! —Grité haciendo pucheros.
Soltó una pequeña risa ahogada y me acerco a sus labios.
—No podemos tenerlos ahora, pero podemos disfrutar de la mejor parte—Me besó con fuerza y me puse a horcajadas sobre él.
Mi ropa fue sobrando hasta que ambos nos quedamos desnudos cuerpo a cuerpo, sus manos fueron directamente a mi cadera y comencé a moverme despacio jugueteando con mi cabello en una forma sensual como sabía que a él le gustaba.
Sus manos dejaron de apretar mis caderas y las puso detrás de su cabeza dejándome a mí moverme por mi cuenta, lo hice sin pensarlo dos veces y sus gruñidos comenzaron a surgir poco a poco, pero le puse la mano en la boca para que no hiciera algún ruido que pudiera despertar a los demás.
—Cállate—Besé sus labios y moví mi trasero con lentitud.
Estaba comenzando a sentirme más caliente, así que me moví con fuerza besándolo para que mis gemidos no salieran de la habitación. Ambos estábamos calientes y a punto de llegar a tocar la dulce miel el orgasmo, y Zack cambió las posiciones quedándose arriba para tomar el mando, mi cabeza se echó para atrás sintiendo como entraba y salía con rapidez volviéndome loca.
Tres embestidas más y me corrí con fuerza sintiendo el temblor de mi cuerpo, Zack también se vino y poco después ambos nos acostamos nuevamente observando el techo.
—Damian estará furioso cuando se entere de lo que pasó en su cama—Murmuré.
—Cambiaremos las sábanas.
—Siempre haces ver todo fácil—Dije dándome la vuelta para poder dormir, estaba cansada.
—Es fácil.
—Para ti.
—Mañana le diremos que las sábanas se ensuciaron con alguna soda.
—Ya nos va a creer.
—Igual no nos puede decir nada.
—¿Por qué?
—El follo en tu cama varias veces cuando estabas en Gardenia y lavaba las sábanas, pero dejaba el mismo tendido.
—¿Es enserio? —Pregunté sorprendida.
—Si.
—Que asco, he estado acostada en fluidos de miles de mujeres, por dios.
—Las sábanas estaban limpias cuando llegaste, se aseguró de cambiarlas.
—¿Y crees que eso me va a reconfortar?
—No, pero solo quería que lo supieras.
—Eres tan acomedido.
—Siempre pienso en lo mejor para mí nena.
—Cállate y duerme—Cerré los ojos, cubriendome con todas las cobijas.
Zack se acomodó detrás de mí abrazándome completamente mientras me acariciaba el cabello para que pudiera conciliar el sueño más rápido, pude dormir sin ningún problema, y en los más lejano escuché la voz de Zack.
—Te amo.
Yo también lo amaba.
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En Las Manos De Zack ✔️ [EN EDICIÓN]
Jugendliteratur¿Declararse a su amor platónico? Listo. ¿Llorar por amor a los trece años? Listo. Kiara Robinson había llenado la lista de la vergüenza después de habérsele declarado al mejor amigo de su hermano; Zack Ryder, para ella él era perfecto, para él era...