Capítulo 7

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Kiara

Esto era cliché, si, el típico cliché de la chica buena y el chico malo que la usa a su antojo para satisfacerse. Solo llevo poco tiempo aquí y siento que las cosas con Zack se están saliendo de control.

La lluvia y los besos se sentían bien juntos, sus manos contra mi cuerpo me daban un tipo de paz interior que no conocía desde hace mucho tiempo, y el que estuviéramos solos me daba más seguridad que estando con mis padres.

—¿Por qué tienes que ser así? —Pregunta separándose de mis labios.

—¿Así como? —Respondo en un hilo de voz, las cosas que Zack podía decir borracho eran sorprendentes.

Pero ambos estábamos borrachos.

—¿Por qué tienes que alejarte siempre? —Suelta pegando su frente con la mía, esperando una respuesta.

Mi corazón se acelera y comienzo a respirar pesadamente, mi cuerpo lo necesita y mis labios lo anhelan, no quiero responder preguntas de las cuales mañana me puedo arrepentir.

—Es mejor que vayamos a casa—Me doy la vuelta caminando debajo de la fría noche haciéndole compañía a las gotas de lluvia que cada vez van mermando.

Nuestra burbuja se quebró.

Siento sus pisadas fuertes detrás de mí y hasta que agarra mi brazo haciendo que mi cuerpo se gire y vuelva a quedar pegado contra el suyo. Sus ojos me escanean el rostro y luego vuelve a pasar para mis labios.

—Podemos ir a mi casa, puedes secarte, allá tengo ropa limpia—Me anima sin dejar de verme.

Me muerdo la lengua con ganas de reír, pero me controlo para no hacer un show aquí en medio de la calle mojada.

—En plan de amigos—Hablo en un tono serio caminando por la acera.

—Nunca dije que en plan de algo más—Camina delante de mí y suspiro profundo después de quedar como payasito.

Ambos caminamos por la vía que ya está un tanto desolada hasta que un taxi frena frente a nosotros cuando él saca la mano, abre la puerta por mi y ambos nos metemos al auto callados y calentándonos con el interior. Zack le dice al conductor el número de la calle y ambos esperamos que nos dejen en casa.

El camino en taxi se hace corto y ambos nos quedamos frente a su casa, respiro hondo antes de hablar y él me observa con una sonrisa.

—Estas como en tu casa—Me hace señas con las manos de que siga y así lo hago.

Su casa es cálida y acogedora.

—Ya sabes dónde está la habitación, espérame unos minutos.

Se desvía a la cocina y yo subo por las escaleras entrando a su habitación, cruzo el umbral de la puerta y la cierro mirando hacia todos lados. En la cama está un gato dormido y lo recuerdo de la noche que me metí por la ventana.

Me deshago de la ropa mojada y entro a la ducha acomodando el agua para ponerla caliente, me meto al chorro caliente y enjuago todo mi cuerpo. Agarro su shampoo junto a su jabón y me baño el cuerpo volviendo a la ducha, salgo del baño con una toalla enrollada en mi cuerpo, camino por la habitación acercándome a su clóset sacando una camiseta negra, me la pongo y luego paso la toalla a mi cabeza.

Camino por el lugar buscando algo para entretenerme, y Zack interrumpe la habitación bañado y cambiado, se seca el cabello y yo me quedo viéndolo fijamente.

—Veo que te pusiste cómoda—Sonríe sentándose en la cama, el gato se estira en todo el colchón y se levanta acomodándose en el sofá que está justo en la ventana.

En Las Manos De Zack ✔️ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora