Dicen que a las cosas amargas les falta ese toque dulce para que quede perfecto...
Lalisa Manoban una alfa de 25 años a la cual le rompieron el corazón, y a causa de esto ya no existía esa chica alegre que hacía bromas con todos sino se volvió una c...
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Faltaban solo 4 días para la esperaba boda, las invitaciones ya habían Sido repartidas. Solo asistirán personas cercanas a ellas, el lugar de la boda sería en el gran patio de los señores Manoban.
En estos momentos Jennie, Rosé, Sunhee y Carol se encontraban en una tienda de vestidos para la boda.
Apesar de Jennie tener 2 meses y 2 semanas de embarazada, los demás estaban un poco paranoicos con que si le llegará a pasar algo a la castaña o al bebé así que habían estado viendo vestidos por internet o buscando tiendas que se adecuen al gusto de Jennie.
El cuarteto había entrado en la tercera tienda de su lista, hasta el momento Jennie iba provandose el tercer vestido de aquel lugar.
Las cortinas se abrieron mostrando a una castaña con un vestido blanco que traía adornos de flores cayendo desde su no tan grande escote hasta unos centímetros más abajo de su cintura, una tela transparente envolvía un poco sus brazos. A unos centímetros debajo de sus hombros.
La falda era de alrededor 3 capas cada una de una tela diferente y por último una tiara adornaba en su cabeza mientras sus cabellos castaños caían hasta un poco debajo de sus hombros.
El vestido encajaba perfectamente en el cuerpo de Jennie y nadie podía negarlo, la Omega miraba espectante a las mujeres que tenía al frente que tenían un perfecta O en sus labios.
- Y..? Que tal me veo? - Pregunto Jennie con una sonrisa.
- Hermosa - Dijo Rosé
- Preciosa - Hablo Carol - Definitivamente este vestido es el elegido.
La rubia asintio con una sonrisa a las palabras de la mayor.
- Mamá.. y tú qué opinas?
Sunhee era la única que se había quedado callada desde que Jennie apareciera ahí, solo se limito a sonreír y acercarse con los ojos brillosos a su pequeña, porque lo era para ella. Pasarían los años y Jennie sería su pequeña hija y nadie podía contradecirla.
Las dos mujeres y las señoritas de las tiendas decidieron ir a otro lado de la tienda, querían dejar a madre e hija solas en su plática.
- En que momento creciste tanto mi pequeña? - Pregunto acunando con sus manos el rostro de Jennie - Quieres mi opinión? - Pregunto otra vez y la castaña asintio - Te vez preciosa, bonita, perfecta, hermosa pero muy hermosa - Dijo con una sonrisa.
- Mamá! - Dijo un poco sonrojada Jennie, la señora Kim solo río bajo.
- Solo digo la verdad - Dijo Sunhee - Sabes... No cabo de la felicidad, mi sueño se hara realidad, en unos días te casarás y recién me doy cuenta de la que han crecido mis dos tesoritos. - Hablo mientras una lágrima caía por su mejilla.
- No llores mamá.. - Dijo Jennie con un puchero mientras limpiaba aquella lágrima del rostro de su madre.
- Perdón es que no puedo controlarlo - Dijo con una risa mientras limpiaba sus ojos.
