Esa noche no fue acogedora para Irene.
Dormir sin la compañía de la mujer que ama fue una tortura para Irene, hacía mucho que no dormía en soledad. Desde que Lisa había regresado a su hogar, prácticamente la obligó a dormir con ella, aunque haya sido un movimiento algo rapido para su relación para ese entonces, no le importaba. No le gustaba para nada estar en la cama sola. Le recordaba a la época donde Lisa estaba en coma, que casi no dormía en su casa, así no sentía la soledad de la misma. Prefería descansar en el hospital, sin importarle lo incómodo que fuera. Por lo menos a su lado se encontraba la mujer que ama.
Se quería golpear así misma por todas las estupideces que dijo. Ahora por su culpa, Lisa estaba triste y dolida. Encima, nada lo que le había dicho era verdad; nunca Lisa le molestaba, nunca le estorbaría, nunca tendría que "aguantarla", porque amaba su compañía. No tenía ni idea porqué lo había dicho, era todo lo contrario a lo que en verdad sentía hacia la menor.
En realidad, todas emociones negativas eran para ella misma; su propia mente la estaba consumiendo y la razón era que no quería perder al amor de su vida. Sin embargo, contradictoriamente, la lastimó y ahora habían más posibilidades de que su mayor temor sucediera: perder a Lisa.
Con todas estas ideas en mente, Irene no pudo dormir apropiadamente. Aún así, no se sentía cansada, quería hacer el desayuno para las dos con la esperanza de que si comían juntas podrían solucionar las cosas. Sin embargo, cuando terminó de cocinar, fue a avisarle que estaba listo, pero se encontró a su amada aún dormida, así que decidió dejarla descansar un poco más.
Desilusionada, decidió desayunar sola y en silencio, solo se escuchaba como los cubiertos chocaban con el plato o la taza. Por culpa de esta situación recordó nuevamente cuando estaba sin la presencia de Lisa; casi siempre comía sola y lo prefería así, no le gustaba cuando gente le hablara mientras estaba comiendo, pero no le costó mucho acostumbrarse a comer con las ocurrencias de la tailandesa, y ahora, extrañaba el hablar con ella.
Al terminar su desayuno, fue a cambiarse para ir a trabajar pero cuando ya estaba lista para marchar a su empresa pero, al pasar por la habitación de huéspedes, se entretuvo al ver Lisa dormir. Amaba las facciones que hacía mientras descansaba, su rostro relajado, como tenía la boca entre abierta. Se quedó varias minutos observandola, conteniendose las ganas de tirarse encima de ella y abrazarla mientras decía cuanto la amaba. Pero recordó que tiene que guardar el desayuno de su amada. Después de hacerlo, fue hacia su trabajo.
Todas estas emociones negativas hacían que otro día más estuviera de malhumor en su trabajo. Prácticamente, fue directo a su oficina sin saludar a nadie, solo agarró unos papeles que le ofreció su secretaria sin ni siquiera observarla. No le gustaba para nada estar peleada con su amada, le dejaba un sabor amargo en la boca, y sabía que los demás no tenían la culpa pero aún así, no lo podía evitar. Incluso, sus empleados creyeron que había vuelto su jefa fría, mandona e intimidante a la que estaban todos acostumbrados hacía meses, pero que mágicamente había desaparecido varias semanas, aunque todos sabían que esa joven de pelo castaño con un flequillo prolijo tenía algo que ver.
Sí, se habían corrido rumores sobre ellas dos y su peculiar relación, ya que tras ese encuentro en la recepción de la compañía, donde la temida e indiferente magnate -a la vista de todo el mundo- fue directo de los brazos de esta chica, ayudó a que los trabajadores de Irene empezaran a especular sobre su interesante "amistad". Era muy extraño que la gran e imponente Irene Bae mostrará algún interés fuera de su trabajo; los sorprendía a todos. Lo que provocaba que todos fueran a preguntarle a la única persona que podría brindarles información: Sunmi, quien prácticamente le juro lealtad a su jefa, no abrió la boca para decir nada. No iba a traicionar la confianza que le dio Irene por una estupidez.

ESTÁS LEYENDO
Memories (Lisrene)
FanfictionTras haberse despertado de un coma de dos años, Lisa no recuerda nada, ni siquiera su nombre o quién es ella misma, haciéndola sentir sola y vulnerable. Sin embargo, esa soledad se esfumó al sentir el calor de la mano de una mujer que estaba a su l...