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PERJURIO

Entrega voluntaria de falso testimonio bajo juramento

Mía (Bueno, mi nombre real es “Anahí”…)

—Las mentiras siempre alcanzan a la gente al final. ¿Por qué la gente no entiende eso? —Eso es lo que decía el mensaje de texto de Thoreau esta mañana.
—¿No crees que algunas mentiras son justificables? —Le envié un mensaje en respuesta.
—No. Nunca.
Dudé. —¿Así que, nunca me mentirías?
—¿Por qué lo haría?
—Porque apenas nos conocemos el uno al otro…
—Sólo porque me mantienes a distancia. —Me envió otro mensaje antes de que pudiera responder—. ¿Te gustaría saber mi nombre real y donde trabajo?
—Prefiero nuestro acuerdo de anonimato.
—Por supuesto que sí, y nunca te mentiría. Confío en ti por alguna extraña
razón.
—¿Alguna extraña razón?
—Muy extraña. Te hablaré más tarde.

Arrojé mi teléfono en mi bolso y suspiré, dejando que esa sensación familiar de culpa me invadiera. Nunca pretendí seguir hablando con él, convertirme en su amiga fuera de Chat de Abogados, pero estaba demasiada involucrada, y no quería dejarlo ir.

Meses atrás, cuando vi la invitación a la exclusiva red sobre el escritorio de mi madre, me juré que sólo la usaría cuando tuviera que hacer preguntas para mis clases de pre-ley. Utilicé su código de acceso para entrar, construí un perfil falso, y me aseguré de que todas mis preguntas estuvieran hiladas de tal manera que nadie sabría que eran para las tareas escolares.

Por desgracia para mí, el programa de pre-ley en Duke era diferente a cualquier otro programa en el país. Consistía en más clases prácticas, tutorías individuales de los abogados en ejercicio, y se encargaba de que cada estudiante encontrara un puesto de interno para los últimos cuatro semestres. Además de eso, esperaban que leyera e interpretara los archivos de casos como si ya fuéramos abogados.

Si hubiera sabido que pedirle a Thoreau tantos consejos para la tarea llevaría a una amistad real, podría haber dejado de hablar con él antes. Por otra parte, al igual que yo era su única amiga, él también era mi único amigo.

Era abierto y honesto cada vez que hablábamos, y sólo deseaba poder hacer lo mismo, sobre todo desde que parecía tener la costumbre de decir: “Odio a los jodidos mentirosos” cada vez que una de sus citas lo engañaba.

Maldita sea…

Suavizando el tejido de tul de mi tutú, tomé varias respiraciones profundas; podía pensar en mi amistad con Thoreau después, ahora mismo necesitaba enfocarme.

Hoy era el día de la audición para una producción de El Lago de los Cisnes y era un manojo de nervios; apenas había dormido la noche anterior, me salté el desayuno y me presenté en el teatro cinco horas antes.

—¡Por favor, despejen el escenario, señoras y señores! —gritó el director desde abajo—. ¡Las audiciones oficiales comenzarán en treinta minutos! ¡Por favor, despejen el escenario y vayan a las alas!

Antes de dirigirme detrás del escenario, miré hacia el público. La mayoría de las caras eran familiares, mis compañeros de clase, profesores, unos cuantos directores de la compañía de ballet para la que trabajé el verano pasado, pero las caras que necesitaba ver no se encontraban allí.

Nunca estaban.

Dolida, encontré un rincón en el vestuario y llamé a mi madre.
—¿Hola? —respondió a la primera llamada.
—¿Por qué no estás aquí?
—¿Por qué no estoy dónde, Anahí? ¿De qué estás hablando ahora? — Dejó escapar un suspiro de exasperación.
—Mi audición abierta para El Lago de los Cisnes. Prometiste que tú y papá vendrían.
—¡Es Anahí, cariño! —le gritó a mi padre en el fondo—. ¿Su recital era hoy?
—No he estado en un recital desde que tenía trece años. —Apreté los dientes—. Esto es una prueba, una audición única en toda mi vida, y se supone que deben estar aquí.
—Supongo que mi secretaria se olvidó de decirme al respecto esta mañana —dijo—. ¿Ya tienes algunas pasantías para tu carrera?
—Tengo dos carreras.
—Pre-ley, Anahí.
—No. —Suspiré.
—Bueno, ¿por qué no? ¿Crees que una va a caer del cielo y aterrizar en tu regazo? ¿Es eso?
—Tuve una entrevista ayer en Blaine y Asociados —dije, sintiendo mi corazón volverse más pesado a cada segundo—, y tengo otra la próxima semana en Greenwood, Bach y Herrera. También estoy a punto de hacer una audición para el papel de mi vida si deseas pretender que te importa una mierda durante cinco segundos.
—¿Discúlpame, señorita?
—Tú no estás aquí. —Tenía lágrimas en mis ojos—. No estás aquí….
¿Sabes lo grande que va a ser esta producción?
—¿Vas a recibir pago? ¿La Compañía de Ballet de Nueva York está pagando?
—Ese no es el punto. Te he dicho una y otra vez lo importante que es esta prueba para mí. Llamé y te lo recordé ayer por la noche, y sería muy bueno si mis padres se presentaran y creyeran en mí para variar.
—Anahí… —Suspiró—. Creo en ti. Siempre lo hago, pero estoy en medio de una audiencia enorme en este momento y lo sabes porque está en todos los periódicos. También sabes que convertirte en una bailarina profesional no es una carrera estable, y por mucho que me encantaría dejar a mi lucrativo cliente para verte andar de puntillas por el escenario…
—Se llama bailar en pointe.
—Es lo mismo —dijo—. De todos modos, es sólo una audición. Estoy segura de que tu padre y yo no seremos los únicos padres que no pudieron asistir hoy. Una vez que te gradúes de la universidad y vayas a la escuela de derecho, verás el ballet como lo que realmente es: un hobby, y nos agradecerás que te empujáramos a una doble especialización.
—El ballet es mi sueño, madre.
—Es una etapa, y la última vez que lo comprobé, superaste la edad de máximo rendimiento para convertirte en una profesional. ¿Recuerdas cómo de repente dejaste todo a los dieciséis años? Lo dejarás de nuevo, y será lo mejor. En realidad…

El Abogado Y La BailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora