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RESPONSABLIDAD

La responsabilidad legal de los actos u omisiones de uno

ALFONSO

Una semana después…

Solo había una cosa en Durham que no albergaba comparación con Nueva York: La corte. Los abogados en Nueva York en realidad tomaban en serio sus trabajos. Estudiaban minuciosamente su investigación toda la noche, pulían sus defensas a la perfección, y presentaban sus casos con orgullo.

En Durham, los “abogados” no hacían esa mierda, y en un momento como este, cuando estaba escuchando a una joven e inexperta fiscal avergonzarse a sí misma, casi extrañé esos días.
Por otra parte, no estaba prestando demasiada atención a los procedimientos de hoy. Me encontraba demasiado ocupado pensando en Anahí y en cuantas veces habíamos follado en mi oficina esta mañana.

Nos dijimos nuestros habituales saludos de “Buenos días señor Herrera”, “Hola señorita Puente”, y nos miramos a los ojos mientras ella dejaba mi café. Había abierto su seductora boca para decir algo más, pero lo siguiente que supe fue que mis manos se encontraban en su cabello y estaba empujando su sexy culo contra mi escritorio.

Estaba envistiendo sin piedad dentro de ella por detrás mientras masajeaba su clítoris, y cuando colapso sobre mi alfombra, extendí sus piernas y devoré su coño.

Era completamente insaciable cuando se trataba de Anahí, y estar a su alrededor durante más de cinco segundos era suficiente para enviarme sobre el borde.

No tiene sentido ni siquiera contar cuantas veces hemos follado…

—Como pueden ver… —La voz de la fiscal entró repentinamente a través de mis pensamientos—. Señoras y señores del jurado, toda la evidencia que he presentado demuestra…
—¡Protesto! —Había tenido suficiente de esta mierda—. Su Señoría, la última vez que verifique, esto era una audiencia probatoria, no un juicio. ¿Por qué se le está permitiendo a la señorita Kline dirigirse a un jurado inexistente?

La jueza se quitó sus lentes y sacudió la cabeza. —Señorita Kline, tan indecisa como estoy de concordar con el Sr. Herrera, tiene un punto. ¿Ha concluido con la presentación de evidencias? ¿A no ser que tenga una declaración final para el jurado?
—La tengo, su Señoría —dijo ella, hinchando su pecho como si acabara de presentar el caso del siglo.
—Señor Herrera… —La jueza se volvió hacia donde me encontraba—. ¿Le importaría sorprenderme hoy por objetar algo de las evidencias presentadas?
—No, su Señoría. —Esta audiencia fue una pérdida de tiempo, y ella lo sabía tan bien como yo.
—Ya veo. —Se puso sus lentes de nuevo—. Se deja constancia de que, si bien la fiscalía ha presentado una convincente y bastante grande colección de evidencias, es el fallo de esta corte que no es suficiente para ordenar un juicio.
—Dio un golpe con su mazo y se puso de pie.

La señorita Kline se acercó a mí y me tendió la mano. —Entonces voy a presentar una apelación, conseguir más evidencias, y lo veré acerca de este asunto de nuevo pronto, ¿verdad?
—¿Me está preguntando o me lo está diciendo?
—Su cliente cometió el más alto grado de fraude, señor Herrera. — Cruzó los brazos—. Alguien tiene que pagar por ello.
—Nadie lo hará nunca si usted está en control de ello, ¿verdad? —Metí mis archivos en mi maletín—. Voy a estar esperando su próximo movimiento. Y sí, debería conseguir más evidencias, ya que la juez dictaminó claramente que lo que tenía no es suficiente.
—Por lo tanto, ¿eso significa que debo apelar? ¿Cree que podría ganar esta cosa?
—Creo que podría volver a la escuela de leyes y malditamente prestar atención —me burlé—. Eso, o hacerles un favor a sus clientes y encontrarles un mejor abogado.
—¿Quiere decir alguien como usted?
—No hay nadie como yo. —Deslicé un par de lentes de sol sobre mis ojos—. Pero cualquiera sería mejor que usted.
—¿Es siempre así de grosero con sus oponentes, señor Herrera? — Esbozó una sonrisa—. Quiero decir, he escuchado historias, pero usted es realmente...
—Realmente, ¿qué?
—Intrigante. —Se acercó un paso más—. Es realmente intrigante.

El Abogado Y La BailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora