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TESTIMONIO

Evidencia oral o declaración dada por los testigos bajo juramento en respuesta a las preguntas formuladas por los abogados en un juicio

ALFONSO

—Señorita Puente, ahora puede intervenir y cuestionar al señor Herrera —dijo el señor Greenwood desde el otro lado de la sala.

Era el último día del mes, lo que significaba que finalmente usaríamos la sala de audiencias del millón de dólares que se encontraba en el piso superior de GBH. La sala no era necesaria, pero ya que la firma tenía demasiado dinero y no sabía qué hacer con él, utilizaban el espacio para los simulacros de casos de los internos.

El “juicio” de hoy era sobre algún idiota que estafó a los empleados de su propia empresa, dejándolos sin seguro médico, y por desgracia, yo interpretaba al acusado.

De pie frente a la mesa de la defensa, Anahí agarró su cuaderno y tomó la palabra. No hablábamos desde que la eché de mi apartamento hace dos semanas, pero por lo que pude ver, parecía imperturbable.

Sonreía con bastante frecuencia, era muy agradable, y cada vez que me entregaba mi café, lo hacía con una sonrisa, diciendo: “Realmente espero que disfrute de este café, señor Herrera”.

Había estado deteniéndome en la cafetería que se encontraba calle abajo desde entonces…

—Señor Herrera —dijo, alisando su ajustado vestido azul—, ¿es verdad que usted engañó previamente a su esposa?
—Nunca la engañé.
—Mantén el personaje, Alfonso —susurró el señor Bach desde el asiento del juez.
Rodé los ojos.
—Sí. Engañé a mi esposa por un tiempo.
—¿Por qué?
—¡Objeción! —vociferó uno de los internos—. Su Señoría, ¿realmente necesitamos conocer los detalles sobre la vida amorosa de mi cliente? Este simulacro de juicio es sobre su participación en una conspiración.
—Si me lo permite, su Señoría —intervino Anahí antes de que el “juez” pudiera decir algo—. Creo que la valoración de cómo se comporta el señor Herrera en sus asuntos es una buena forma de evaluar su carácter. Si tratáramos con un cliente que abandonó a su compañía por incompetencia, no estaría fuera de lugar que le pregunte acerca de sus relaciones personales anteriores, sobre todo si nuestro cliente falso es de alto perfil.
—Denegado.

Anahí sonrió y miró su cuaderno.
—¿Tiene problemas con el compromiso, señor Herrera?
—¿Cómo puedo tener un problema con algo en lo que no creo?
—Así que, ¿cree en tener solo relaciones de una noche durante el resto de su vida?
—Su Señoría... —El interno que representaba a la defensa se puso de pie, pero levanté la mano.
—No es necesario —dije, estrechando mis ojos en dirección a Anahí—. Responderé al inapropiado interrogatorio de la señorita Puente... Creo en vivir mi vida como me dé la gana y en tratar con mujeres sólo cuando quiera hacerlo. No estoy seguro de por qué esto tiene algo que ver en este simulacro de caso de conspiración, pero ya que estamos hablando de mi vida sexual, debe saber que estoy feliz y satisfecho. De hecho, tengo una cita esta noche. ¿Quiere que les informe de los detalles a usted y al jurado mañana?

Los internos que conformaban el jurado rieron cuando la sonrisa de Anahí se desvaneció. Incluso cuando se obligó a sonreír de nuevo, pude ver un atisbo de dolor en sus ojos.

—Así que... —Respiró hondo—. En relación con el caso...
—Qué bueno que finalmente llegue al tema. Los miembros del jurado rieron de nuevo.
—¿Cree en la moral, señor Herrera? —preguntó.
—Sí.
—¿Cree que usted posea una?
—Creo que todo el mundo lo hace hasta cierto punto.
—¿Permiso para acercarme al testigo? —Miró al señor Bach y él asintió.
—Señor Herrera, ¿puede leer la parte resaltada de este documento, por favor? —Colocó una hoja de papel delante de mí, y noté una pequeña nota escrita a mano en la parte superior de la página:

El Abogado Y La BailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora