Capítulo 9 / Destrucción De Un País.

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Febrero de 2019. Akçakale, Turquía

08:30 AM

Un pueblo cerca de la frontera que une a Turquía y a Siria de la cual, en un pequeño departamento, un hombre sirio, alto, fornido y cabellera rapada, aparece alistando unas bolsas de lona con una expresión seria y poco agradable.

(Mazen Ahmed, hombre de 52 años. Con un pasado anónimo, ninguna persona se ha atrevido a preguntarle su origen a excepción de una).

—¡Álvaro! ¿Ya está listo lo que te pedí? —gritó a lo lejos.

—Sí señor, aquí está todo lo que me pidió —afirmó sonriente mientras tenía un objeto entre su brazo y axila.

Asentó un objeto en una mesa metálica, quitó la envoltura al objeto mostrando dos guanteletes extraños.

—¿De qué están hechos? —pregunta Mazen.

—Fueron creados a base de un núcleo de plasma, su fuente de energía está conectada por una batería que se recarga con el oxígeno y el aire que va a su alrededor, están forrados con fibra de carbono y cuero para que no se incomode en lo que es movilidad. Sin olvidar, de la armadura que está con los guanteletes, tiene un núcleo parecido solo que el reactor se activa con sus pulsaciones cardiacas, mientras más pulso tenga mayor será la energía que da al reactor y dará más potencia a los guantes —explicó a detalles con nervios.

—Así que... Funcionan para una destrucción masiva ¿Quién creó esta clase de invento tan extraordinario, yo le daría un reconocimiento al inventor de este artefacto?

—Yo fui señor, yo soy el creador de este invento, aunque usted no lo crea. Puede que parezca un cobarde, pero tengo mis secretos bajo la manga.

—¿En serio?... Pues felicidades, por esto y otros favores que me hiciste para concluir este atentado, tendrás tu paga justa y como te la mereces —le entrega una bolsa con cuatro millones setecientos trece mil setecientos sesenta liras turcas (doscientos mil dólares).

—¿Ah? Esto... ¿Es para mí? —preguntó nervioso.

—Claro. Esto es lo que puedo darte, pueda de que haga la acción más imperdonable de la historia, pero soy un hombre de palabra y cumplo con el trato que me fue asignado —lo dijo seguro hacia Álvaro.

—Gracias, en verdad muchas gracias.

—No hay de que —se va del edificio con los guantes y las bolsas de lona.

—(Me fui de Ecuador para ver este caso, es difícil actuar como un cobarde temeroso sabelotodo, por lo menos en mi tierra me enseñaron sobre tecnología militar y hacer esos guantes. Aunque hubiese hecho con mejores materiales de mi tierra, pero Nah, no importa. Vamos a ver que sucede muy pronto) —Álvaro sonríe cambiado su forma de ser.

En el estacionamiento coloca sus cosas en una camioneta vieja, en la parte trasera pone los guanteletes y las bolsas, se sube al vehículo y se dirige a Estambul, unas catorce horas de viaje con una velocidad de noventa kilómetros por hora.

Al parar en la primera gasolinera saca una hoja de papel del bolsillo derecho, teniendo anotado ocho cosas de las cuales tiene que conseguir. Cinco tachadas restando:

6. Llegar a Estambul, Sultanbeyli y destruir gran parte del distrito.

7. Dejar el cataclismo para llegar a İmrahor y desmoronarlo por completo.

8. Honrar la memoria de Abla y Amira

Llena el tanque con cuatro litros y sigue su camino, solo que uno de los moradores que estaban en el lugar nota algo extraño en Mazen y más en lo que lleva en la camioneta. Mazen al percatarse entra en el auto y se retira del lugar. Mientras está conduciendo, un dije en forma de gato sale de la manga izquierda de Mazen y recuerdos llegan a su mente que lo distraen del camino. Una mujer sufriendo y una niña gritando, aquellos recuerdos lo hacen enfurecer que aprieta con fuerza el volante y unos tics lo atormentan, que por pensar tanto por poco termina atropellando a una mujer. Nota unas lágrimas rozando sus mejillas y se las seca rápidamente, para así irse a la carretera y gritar como un loco.

La Legión Z. Rubrus Lapis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora