NO EXISTE LA LUZ SIN SOMBRA
Cuatro días han pasado desde aquella noche. Pocas veces Madison se ha arrepentido tanto de su gran bocaza. Casi no ha salido de la habitación, en el fondo esperando el regreso de Samael. Sin embargo no apareció a dormir ninguna de las interminables noches en las que ella se quedaba mirando la puerta.
Cuando entendió que no iba a venir solo se pasa las tardes recorriendo las salas comunes de la mansión tratando de encontrarlo. No apareció por ninguna parte. Los hombres y mujeres de la Mafia no hablan con ella. La evitan lo máximo posible y como mucho la miran con odio o morbo desde algúna esquina. Pero ninguno se atreve a nada más.
-¡Madison! Te estaba llamando.
Bruno se acerca sonreinte a ella. La chica por fin levanta la vista del suelo. Se siente mal. Seguramente la culpa que la tortura.
- Hola Bruno.- Responde desanimada.
- ¿Te encuentras bien? ¿Te has tomado tu pastilla?
Madison asiente avergonzada. No se trata de su enfermedad, por primera vez. Su pecoso amigo la mira interesado por su cambio de actitud. Madison es siempre una chica que ofrece una sonrisa.
- Oye.. ¿No habrás visto a Sandra por algún lado?
- No ¿Por?- Pregunta la chica al verle agobiado.
- Hace algunos días que desapareció. Creo que me está evitando. No se... Le había cogido cariño.
Madison sonríe triste sintiendo el dolor de su nuevo amigo. Con cariño le acaricia tratando de reconfortale.
- Si la encuentro le pregunto.
Ambos se despiden poco después cada uno buscando a su persona perdida. Sin un rumbo fijo Madison gira por los pasillos ¿En cuantos sitios se puede esconder un hombre de metro noventa?
Con violencia es empujada hacia la pared alejandola de la mirada de todos. Apenas puede gritar antes de que una fuerte mano presione su garganta. Siente que pierde todo el aire.
Tres hombres la rodean con miradas sádicas que solo avisan a Madison del peligro. Trata de gritar pero el aire no le llega. Uno de ellos, el que tiene la mano sobre su garganta, la aprieta aún más contra la pared y ella siente estar a punto de vomitar cuando siente su rodilla entre sus piernas.
- ¿Donde está tu guardaespaldas muñeca? - Su asqueroso aliento choca contra su cara obligandola a cerrar los ojos con miedo.- Queremos ver que es lo que le trae tan loco.
Los otros dos rien de forma macabra cuando el líder de ellos trata de colarse entre la tela del pantalón de Madison. Un sollozo sale de su garganta aun sintiendose mareada por la presión. Se siente morir al sentir la rasposa barba del pocohombre roza su mejilla tratando de alcanzar su labios. Se desespera.
En un inutil intento de deshacerse de él alza su brazo callendo sobre su nariz en un fuerte golpe. Por fin consigue respirar cuando aleja la mano de su cuello para taparse la nariz que le sangra.
- ¡Maldita puta!
Sus amigos alertados por su amigo se acercan a Madison agarrandola de los brazos dejandola de nuevo sin escapatoria. A pensar de haber ganado tiempo de nuevo se le agota.
- Agarrarla bien. Pienso meterla donde lo hizo ese demonio.
El llanto es incontrolable cuando acerca su mano a la cremallera de su pantalón. Antes de sentir el golpe en su mejilla consigue dar un desesperado grito de auxilio.
- No te dolerá muñeca.
- A quien si le dolerá será a ti.- El ronco sonido parece salido del mismísimo infierno.
Los dos hombres que sujetan a Madison se asustan al mirar cara a cara al mismísimo Lucifer y, antes de que el asqueroso hombre de barba consiga girarse a verlo, un fuerte revés le hace caer al suelo. Madison cierra los ojos evitando ver como Samael se hacerca a paso lento al hombre que se sujeta la cabeza en el suelo cuando lo patea por primera vez. Fuerte. En el estomago. Después de la primera van otras tres sin darle oportunidad de recomponerse.
Uno de los que sujetan con fuerza a Madison trata de huír ante la horripilante escena. Sin embargo no llega muy lejos antes de que un fuerte sonido le paralice. Cae al suelo con un agujero de bala perforandole la espalda. La chica suelta un pequeño grito pero el chico que aún la sostiene no le deja moverse.
El principe de la muerte vuelve a fijar su atención al hombre que se retuerce de dolor en el suelo. Se agacha a su altura y sujeta su cabeza haciendo presión.
- Te has metido con el ángel equivocado.
Un segundo tiro resuena por toda la planta. La gente comienza a agolparse en el pasillo sorprendidos por la pelea. Sin embargo nadie se atreve a intervenir. La justicia ahí la reparte su líder. La sangre brota de la cabeza del hombre creando un charco en el suelo.
El corazón de Samael retumba en su pecho en parte por la satisfacción de la sangre en sus manos, en parte por la rabia que florece en él al pensar en la suave piel de su Mad ser manoseada por otras manos que no fueran las suyas.
Un rápido movimiento le advierte de una nueva amenaza. Como un cobarde el último hombre se esconde tras el fragil cuerpo de Madison que abre los ojos de forma desmesurada. Usandola de escudo saca una pequeña navaja y la posa sobre su cuello. Los dientes de Samael rechinan apuntando el arma hacia él.
La gente a su alrededor contiene la respiración ante la escena. Madison siente que le tiemblan las piernas al ver el cañon apuntandola y el filo frío apretar su cuello. Un movimiento en falso y su vida está literalmente acabada.
- Un paso más y le rajo el cuello. Lo juro Samael.
Todo el pasillo está en silencio y la tensión iba a matar a la chica antes que la navaja. La mano del hombre no tiembla cuando acerca el dedo al gatillo. Intenta no distraerse con las gruesas lágrimas que caen por el rostro de Madison.
- Lo juro Lucifer. No podrá ni gritar antes de que la hayas perdido para siempre.
Samael frunce el ceño y un tercer estruendo sale del arma. Todos en la sala se quedan sin aire, conteniendo la respiración a la espera del resultado. Un cuerpo cae al suelo.
Entre ceja y ceja un hilo de sangre escurre por la frente hasta perderse en el borde de la camiseta de aquél hombre.
Poco después cae Madison derrotada ante la presión vivida. Antes de tocar el suelo unos fuertes brazos la sujetan. Se quedan mirandose a los ojos fijamente.
Samael tiene terror de ver en los ojos de su linda chica miedo hacia él, en el que se convierte. Sin embargo suspira aliviado al no verla. Solo un gran alivio y una pizca de adoración inexplicable. Madison tiene miedo de no encontrar humanidad en los ojos del moreno. Sin embargo sonríe lijeramente al poder ver al chico dulce de hace cuatro días.
- Lo siento Sam. Lo siento mucho.
Madison trata de disculparse por todo. Por lo que dijo que le hirió aquella noche, por no ser lo suficientemente fuerte como para salir de esa horrible situación ella sola. Su labio tiembla a punto de llorar de nuevo.
- Esta bien amor, está bien.- Con la llema de su dedo roza sus labios calmandola.- Yo lo siento. No debí haberte abandonado.
De reojo Samael ve como la mano derecha de su padre se pierde entre la gente corriendo a chivarse al mafioso. Sin embargo, por un día, no le importan las represarias. Solo le importa su ángel.
Es entonces cuando cae en la cuenta. Es la primera vez que atenta contra su familia y sobre todo la primera vez que se deja llevar por la violencia por si mismo y no por ordenes de su padre. Y no se arrepiente.
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Bajo la mirada de la mafia
RomanceLa vida de Madison va de mal en peor. Lo sabe en cuanto con manos temblorosas sostiene el papel que firma su sentencia. "DESAHUCIO" Su casero se lo había advertido durante los últimos tres meses. - No soy una asociación benéfica niñata. O pagas o t...