Abre los ojos poco a poco acostumbrándose a la luz que entra por el ventanal de la habitación. Sobre la mesilla hay un kit de instrumentos médicos y rodeando su abdomen un vendaje experto.
- Por fin despiertas.- Gira hacia la voz cruzando miradas con un doctor de entrada edad que le saluda amable.- Tienes mucha suerte. La bala te dio solo de refilón y he conseguido sacarla. Has perdido mucha sangre y la herida se puede abrir así que será mejor que reposes dos semanas.
¿Dos semanas? Madison ya ha tenido suficiente de este lugar. Pero cuando intenta incorporarse y una punzada le genera dolor en el estómago decide que lo mejor será hacer caso al medico.
Tras recoger las cosas y despedirse este sale de la habitación dejando solo a la chica con sus pensamientos.
La pelinegra se pone a rememorar su vida de hace apenas tres semanas. No tenía amigos, ni casa, ni dinero, ni hermano. Pero por lo menos estaba a salvo y tenía control sobre su vida. Ahora su destino no lo maneja ella.
Se pregunta si el lindo niño al que daba clases le echará de menos. O si al regresar no le habrían despedido del pub. Se pregunta si sus cosas seguirán en la habitación del motel o si ya las habrán tirado a la calle.
Es cierto que la Mafia te absorbe. Porque aún no formando parte de ella está ahí atascada y aún no estándolo sabe que no sería capaz de irse dejando aquí a ese chico de ojos oscuros y mirada profunda. Su hermano se lo había advertido. Le amenazó para que se fuera y ahora se arrepiente de no haberlo hecho a tiempo.
- ¡Amiga! Estaba super preocupadísima por ti- El grito de Sandra llama su atención.
- ¿Sandra? ¿Qué haces aquí?
- Yo también me alegro de verte- Responde irónica la rubia apartándose el pelo en un movimiento.
- Sabes a lo que me refiero. Os dejaron ir.
Sandra se acerca hasta la cama sentándose en ella y sin mirar a su amiga la da una explicación despreocupada.
- Ya sabes. Me han gustado estas dos semanas así que me quedaré un rato más. Por aquí hay muchas personas interesantes...- Dice pícara.
Su amiga nunca cambiaría. Madison sonríe un poco y es entonces cuando recuerda a Bruno. Le prometió que hablaría con la rubia sobre él y se veía muy preocupado.
- ¿Qué pasa con Bruno? Te estaba buscando el otro día.
Sandra pone una mueca incomoda y se enfrenta a esos ojos interrogantes azules. A veces piensa que su Madison es un poco niña para esas cosas. No entiende el ritmo de la vida.
- Es muy lindo y todo... pero se acabó. Una tiene que apuntar bien alto y Bruno se ha quedado a medio camino. Además tengo los ojos en otra presa.
A Madison le parece una opinión bastante frívola pero prefiere no meterse en discusiones. Está demasiado cansada para eso. Sin embargo se apena mucho por el pobre chico pecoso. Es su amigo y de verdad parece muy pillado por la rubia.
- Me alegra que estés bien. Se ha estado hablando de ti por las esquinas desde que Samael mató a esos hombres. ¿Qué pasa entre vosotros dos?
¿Qué pasa entre ellos? Ni siquiera ella sabe muy bien que contestar. A ella le gusta, seguramente muchísimo más de lo que debería. Está segura de que en aquellos besos y en su forma de actuar, como cuando le prepara ese manjar de leche o la acurruca cuando tiene frío por el hipertiroidismo, él muestra que siente lo mismo que ella. Pero todo es tan confuso que no sabe que pensar.
- Es complicado... Todo empezó tan de repente pero tan bien...- Suspira como una enamorada.- pero ahora... estoy molesta con él. Creo que tendríamos que ir más despacio.- Se sincera.
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Bajo la mirada de la mafia
RomantikLa vida de Madison va de mal en peor. Lo sabe en cuanto con manos temblorosas sostiene el papel que firma su sentencia. "DESAHUCIO" Su casero se lo había advertido durante los últimos tres meses. - No soy una asociación benéfica niñata. O pagas o t...