HERMANO MAYOR PADRE MENOR

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HERMANO MAYOR PADRE MENOR

Dejando a Samael dormido boca abajo en la cama, roncando levemente, Madison se pone en pie a primera hora de la mañana. 

Tan temprano, los delincuentes de la mansión se mantienen dormidos después de la juerga de las noches, así que es la mejor hora para colarse sin llamar demasiado la atención. Con la misión de encontrar a su hermano y rogarle que deje de sobrepasarse con las drogas comienza andar hacia ese edificio que juró dejar atrás. 

De nuevo ante esa horrible puerta gigantesca Madison toma respiraciones profundas como tratando de calmarse. Desde el portón un hombre la examina en la lejanía.

Al tatuado le cuesta reconocerla al principio. Pero lo hace enseguida cuando se para frente a él. Está cambiada desde esa primera vez que la vió. Ya no es esa pequeña niña asustada de cara pálida y pelo sucio. Aquella dulce chica que le recuerda tanto a su hija Angelica. 

Ha pasado medio año desde que ella se arrastró llorando hasta allí pidiendo ver a su hermano y le parece una ironía de la vida que vuelva para hacer casi lo mismo de nuevo.

- Hola.- Trata de hacerse la fuerte antes de salir corriendo arrepentida.- Vengo a ver a...

-  A Oliver Walster.

Ella asiente con la cabeza sorprendida por que la reconozca después de tanto tiempo aunque ella tampoco puede olvidarse de aquel armario con mala pinta. 

El guardia le deja pasar sin hacer más preguntas y ella no espera para deslizarse por los pasillos con la cabeza gacha. 

Puede reconocer a algunos de los que van de lado a lado pero por suerte nadie repara en la presencia de una joven que, entre asustada y motivada, llega a la enfermería. 

Dentro de esa sala el aire parece más frío. Huele a medicinas y las paredes son de un blanco roto demasiado desgastado. Una luces blancas demasiado potentes le dan un aspecto aún más rígido e impersonal. Ella se mueve despacio buscando a su hermano con la mirada y tratando de no toparse con ningun otro enfermo más peligroso.

- Oliver.- Susurra ella. 

- Oliver.

Al otro lado de la habitación un cuerpo levanta la cabeza extrañado por las dulce voz que bien podría estar imaginando. 

- Madison. ¿Eres tu? 

Corriendo ella se acerca hasta la camilla donde su hermano está tumbado. Tiene los ojos un poco inchados y parece tener algo de fiebre. Gotas de sudor bajan por su frente perdiendose entre la espesa barba. 

Su estado es mucho peor que hace unos meses cuando ella todavía vivía allí y eso la preocupa sobremanera, pensando que quizas las dosis han ido demasiado lejos esta vez. 

- ¿Que te ha pasado? - Es lo primero que se le ocurre decir al chico con el que comparte algunos rasgos genéticos. Ella no ve a El Mosca por ningún lado. Por mucho que mire solo ve a aquel niño de hace algunos años que juró cuidarla bajo cualquier circunstancia. 

- Hoy ha sido un día duro... Otra vez.- Suspira el chico dejandose caer de nuevo en la almohada totalmente exhausto. 

Madison pone una mueca de desagrado pero le coge la mano tratando de darle apoyo. Es su hermano a fin de cuentas y quiere darle toda la ayuda posible.

- Lo siento mucho Oli. Lo siento muchísimo.- Intenta disculparse sin parar la pelinegra mientras gruesas lágrimas caen por su mejillas. Se siente culpable y ni siquiera sabe bien por que. 

A Oliver se le retuerce algo en el pecho solo de verla. ¿En que momento se estropeó todo entre ellos? Está cansado. Cansado de fingir que nada ha pasado en su vida. Que no perdió a sus padres demasiado pronto. Que no abandonó a su hermana. Que no es un adicto.

Bajo la mirada de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora