SE PILLA ANTES A UN MENTIROSO QUE A UN COJO

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SE PILLA ANTES A UN MENTIROSO QUE A UN COJO

Madison se revuelve el pelo y descoloca el vestido y se espera en que las marcas de pintalabios en el cuello del líder parezca labios. Por último se hace a si misma unos chupetes y mordiscos en el muslo. Todo lo posible para que la "noche loca" parezca creíble. Suena desesperado pero cualquier cosa puede llevarle al otro barrio. 

Sonríe coqueta de nuevo cuando el mafioso se revuelve en la cama con tremendo dolor de cabeza. Ella finge ponerse los tacones con prisa para marcharse pero dandole tiempo para reaccionar y una bonita vista de su espalda descubierta. 

- ¿Te marchas ya preciosa? 

La voz le da ganas de vomitar pero se fuerza a seguir con la farsa un poco más. 

- Si.- Finge un puchero.- Ayer me dejaste exhauta, tengo que volver a casa y descansar. 

Confiando en su plan se levanta lentamente y hace su camino hacia la puerta sin mirar atrás, contoneandose más de la cuenta para llamar la atención del Magnate. "Tres, dos, uno..." 

- ¿Por que no te quedas a comer hoy? Tenemos una reunión de familia, celebraremos el comienzo de una segura victoria.- Intenta alardear. 

Madison se da la vuelta con una gran sonrísa. 

-Me encantaría. 

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Samael no se ha movido del sitio en veinticuatro horas. Nadie se atreve a acercarse. Incluso Bruno mantiene cierta distancia después de lo que pasó. Huele a alcohol y a momentos no distingue la realidad de la fantasía. 

Justo entonces un golpe le devuelve a ella. Se gira lentamente hacia el culpable de la colleja aunque ni siquiera tiene fuerzas para meterse en una pelea. El Mosca se encuentra frente a él con el ceño fruncido. Ha pasado de casi no saber de su existencia a encontrarselo por todas partes y eso le molesta. 

- Eres patético.- Samael enarca una ceja incredulo ante sus palabras.- Mi hermana jugandose el pellejo por tu culpa y nisiquiera eres capaz de enfrentarlo sin alcohol en el organismo. 

- Deja de joderme Mosca- Gruñe volviendo a mirar la barra.

- Vas por ahí de tipo duro pero no tuviste los huevos de enfrentarte a tu papi. Menuda forma de demostrar a Madison lo que te importa. 

- No me hables tu de dar la cara. ¿Cuando piensas dejar que tu hermanita sepa que le cuidas entre las sombras aunque frente a ella seas una mierda? - Sube el tono cabreado.

Se levanta quedando cara a cara con Oliver. Con los dientes apretados por la ira y el calor subiendo hasta su cabeza. Se observan comenzando una guerra de miradas. Ambos se habían dicho verdades a la cara. Ambos necesitaban oirlo de la boca de alguien, oír lo que no querían enfrentar.

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El corazón de la chica aporrea contra su pecho desde hace ya un largo tiempo. 

El comedor está repleto de mesas llenas de cerveza y carne. La gente festeja y brinda sin límites hasta que alguien en la mesa principal llama la atención de todos. El sangriento líder de la banda de los Wolf se pone en pie y comienza a dar una charla sobre el poder de su grupo y la guerra recien empezada. 

Sin embargo Madison no le escucha demasiado nerviosa aferrandose al bolso con fuerza. Tampoco le escucha Antonio, su mano derecha, con la vista clavada en aquella chica de vestido blanco y mirada inquieta. El reloj marca las dos del mediodía cuando Madison no puede más. Dando media vuelta repentinamente piensa en desaparecer de esa sala, de la casa, de la vista de los Wolfs, de la vista de cualquier mafia. Sin embargo no se ha fijado en la silla ahora vacía a la derecha de Leo.

Bajo la mirada de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora