Capítulo 14: Un nuevo mundo

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El impacto de la caída se lo lleva mi costado izquierdo, sobretodo en mi hombro.

- Ugh- me quejo. Escucho el impacto de los demás y como también lanzan uno que otro quejido.

- Mierda, ¿están bien todos?- pregunta Kay.

Me giro para quedar boca abajo y ahogo un gemido por el pinchazo de dolor que se dispara en la zona de mi hombro, ya puedo suponer que algo no está bien.

- Estoy bien- confirma Edson.

-Bien- secunda Gale.

-¿Arya?- pregunta Kay.

-Bien- titubeo- eso creo.

Intento levantarme, pero a los pocos segundos siento la cercanía de alguien. Levanto la mirada, encontrándome con Deo.

-¿Qué sucede Arya?- me ayuda a sentarme pero es imposible ocultarlo. Un severo dolor atraviesa mi hombro. Mis movimientos son pausados, tratando de no mover mucho mi brazo.

-Vamos a retirarte la mochila- ese es Kay que repentinamente aparece de mi lado izquierdo, contrario a Deo.
Comienza quitando el seguro que se encuentra a la altura de mis costillas. Un contacto sutil para cualquiera, rápido e insignificante, pero para mí es un tanto personal y ajeno a mí . Su contacto con mi cuerpo es breve, mas no puedo evitar pegar un pequeño brinco. Sacamos la correa de mi brazo derecho. Lo hacen con precaución, lento y calculado, un movimiento fluido, casi mecánico. Una vez liberada la correa seguimos con el otro brazo.

-¿Duele mucho?- pregunta Kay.

- Si, algo así, creo que se ha dislocado.

- Eso parece- Kay carga el peso de la mochila, tratando de que no mueva mucho el brazo, pero a la hora de sacar la correa otra oleada de dolor me atraviesa el hombro-¿No podías caer de alguna forma más elegante?- se burla al ver mi sufrimiento.

Le doy mi mirada rompe caras y estoy por contestarle cuando escucho la voz de Edson.

- ¿Dónde estamos?

Todos guardan silencio para poner atención a nuestro entorno y me doy cuenta que hemos dejado atrás los suelos de piedra. Estamos en una especie de habitación; las paredes, el suelo y el techo son espejos. Las únicas luces qué hay son las de nuestras linternas que rebotan en los espejos.
Segundos después comienzan por escucharse sonidos mecánicos, mis ojos vuelan a la zona donde caímos y las compuertas se cierran provocando que ahora sí quedemos completamente encerrados en esto que parece un cuarto de espejos. Seguido de esto, el cuarto se ilumina con una luz brillante que me hace cerrar los ojos hasta que se acostumbran a ella.
Nos observamos unos a otros tratando de asimilar qué es lo que esta ocurriendo.
Una alarma se dispara, y lo que sigue es una voz femenina de computadora.

- "Abriendo compuerta principal"- anuncia.

- ¡Atentos!- da la orden Deo.

Todos sacan las armas y se ponen en guardia, atentos para averiguar cuál es la compuerta principal. Se mueven de tal forma que yo quedo en el centro de ellos y lo único que se me ocurre es ponerme de pie.
Con mi mano derecha trato de sostener mi brazo contrario para evitar que se mueva mucho. Una vez arriba, el espejo frente a mí es el que comienza a descender.
Todos estamos atentos y a la expectativa de lo que pueda suceder, de qué es lo que nos podemos encontrar del otro lado de la compuerta.
El descenso es lento y algo tortuoso.
De forma sorprendente la luz del día se va colando conforme la compuerta baja, dejando a la vista a varias personas.
Mis ojos vuelan a lo qué hay detrás de todas esas personas. El escenario me parece totalmente utópico e irreal. Un cielo de un azul extraordinario, además de rascacielos con una arquitectura que jamás antes había visto, en los que resalta el color verde de la naturaleza.
Un movimiento me trae de vuelta a la realidad, una señora de al parecer 60 años con apariencia cuidada y elegante se abre paso entre las personas y se posiciona frente a ellas, frente a nosotros. Con semblante calmado realiza una escaneada a cada uno de nosotros para después centrarse en mí, los segundos pasan y por alguna razón no puedo quitarle la mirada. Esto se siente algo hostil y no se como interpretar lo que sus ojos trasmiten.

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