La mirada de Oliver era tan trasparente que Beth se quedó sin aliento. Oliver no la quitaba de su vista y cuando volvió a la realidad, escuchó como su jefe hablaba de ella.
-¿Se conocen? Bueno, no es lo más recomendable, pero ella es buena en su trabajo.
-Es amiga de la esposa de mi hermano.
Beth miró como Tayson empezó a hablar con su jefe y Don Constantin solo sonreía. Se podía ver que la concentración estaba en el medico y sus indicaciones, o por menos eso era lo que se mostraba en la cara de los familiares de Oliver.
Aunque Beth apenas si podía mantenerse en pie y difícilmente podía anotar todo lo que su jefe le decía en la ficha médica, que el chico le dio antes de entrar. La mirada pesada de Oliver en ella, tampoco era algo que pudiera evitar, esa mirada le quemaba la piel. Y sabía que, con solo una señal, Oliver iba a dejar de hacer eso, pero no, amaba aun tener alguna emoción de él.
Beth había pensado que Oliver tal vez, solo tal vez, se había fijado en otra, y la imagen de Kat saltó por su mente, su pequeña amiga era así, fresca como un soplo de aventura y claramente se llevaban bien.
Ella misma lo había visto, los había visto juntos, riendo y molestándose entre sí ese día en el Rancho, y por eso se había ido rápidamente y dejando a Abby con la palabra en la boca y una mirada suspicaz entre ella y la dirección donde estaban Oliver y Kat.
-Doc. Davis ¿tienes todo? llevaras al Sr. Quisbert a la sala de fisioterapia, ya ha hecho varias con el Doc. Torres, pero él está en rotación.
-Claro ¿con quién lo dejare?
-Con los nuevos estudiantes que estén en el área, además también debemos de ayudarles con los fisioterapeutas, ellos son pocos.
Beth solo asintió. Tomo un poco de aire discretamente y caminó hasta donde estaba la silla de ruedas, Oliver automáticamente puso sus manos en las ruedas.
-Yo puedo, solo dime a donde.
-¡Oliver! No seas necio. Lo siento doctora, Oliver puede ser un poco difícil.
-Deja, Tay. Ellos se conocen, a lo mejor tú hermano no quiere que lo vea así.
-¡Pero, papá! -gruñó Tayson.
-Tal parece que ninguno de mis hijos ha crecido. - se lamentó Don Constantin.
-Bien, vamos por aquí-. Beth determinó que era mejor empezar el camino a rehabilitación, y llegar con los fisioterapeutas, ella no podía hacer mucho más.
Cuando salieron del consultorio el asistente administrativo los saludo y le entregó a Beth una copia del expediente de Oliver, ella lo miró y asintió al chico.
-Ya llamé al área, los esperan.
-Gracias. Vamos, señor.
Oliver chistó molesto. -Así que me trataras así. -dijo en voz baja.
-Oliver, no es como si te pudiera tratar de otra forma. -. Beth sabía que su voz era un susurro caliente. Ni ella misma podía poner nombres a sus emociones en ese momento.
-Sabes... te llame casi todo el tiempo. -. Oliver apenas lo dijo.
-¡Qué! - a Beth no le habían caído nada de esas llamadas-. No puede ser verdad, no tengo ninguna.
-Oh vamos, Beth. No me hagas eso, ni a ti misma. No soy un niño, te llame cuando paso el accidente, y las semanas después, casi todos los días-. Oliver negó con una risa hueca.
-Yo, yo tuve un problema con mi móvil, cuando fui con mis padres cayó al rio.
Oliver no le contestó, y Beth pensó que no le creía, cosa que era entendible, pero y después... ¿porque no la volvió a llamar?
ESTÁS LEYENDO
La Maestra y el Vaquero ©
RomanceEn Proceso-Mundo al que pertenece: The Sin Quisbert. 2 libro Fustas. Bondage. penis plug Y unas cuantas corbatas son lo que guarda en su cajón. Oliver "el relámpago" vuelve a casa para ser consentido por todos gracias a su fractura. Lo que no espera...