Shin...

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Once años...

Once años en la que no hubo ni una sola noche en la cual Kaminari no hablase con Shinso a través de esa ventana

Once años que Shinso se tragaba las lágrimas cuando veía a su amado romper en llanto, en uno de esos días malos que le contaba.

Once años que Kaminari no pudo oir la voz de Shinso.

Once años en los que ninguno de los dos pudo darse un abrazo, de esos que tanto les gustaban.

Denki ya había egresado de su facultad y tenía un trabajo estable, a sus 31 años su padre decidió que era tiempo de que encontrara pareja, porque no quería morir sin poder oír a sus nietos decirle "abuelo"...

-Hola Shin... -ya era la hora que tanto esperaba el ángel, la hora que podía oír acerca de las ocurrencias de su mortal favorito- hoy fue un día... ¿Raro? No sé cómo describirlo.

-Tu sólo cuéntalo...

-Si estás conciente que no te oye ¿Verdad? -como cada noche Monoma siempre interrumpiendo sus charlas- Es un espejo, no un teléfono.

-Cállate, sólo quiero oírlo.

-Mi padre me habló con un tono más amable de lo usual -continuó el rubio-Debí suponer que ocultaba algo... Bueno, no tengo que darle más rodeos -suspiró, la noticia era dura incluso para él- me casaré...

Se oyó como su algo se hubiera caído tras de él, Shinso volteó y vio a Monoma tirado en el suelo. Parecía que fue el quien se cayó de su silla.

-¿Perdón? Eso me tomó por sorpresa -se excusó desde el piso, al notar la cara de confusión que hizo su compañero.

Pero la noticia no sólo había sorprendido a ese ángel, si no también al enamorado que lo observaba todo desde ahí arriba. ¿Casarse? ¿Así de repente? ¿Porqué? Y principalmente ¿Con quién?

Cómo si hubiera oído sus pensamientos, Kaminari continuó hablando:

-Lo sé, a mi también me tomó por sorpresa... Creo que papá ya tenía todo arreglado desde hace mucho, sólo que nunca me lo dijo. Ella se llama Jirou, mañana la veré por primera vez y te contaré cómo va todo... -hizo una pequeña pausa, porque lo que diría a continuación le formaba un nudo la graganta- Quisiera que estuvieras aquí para impedir todo esto y quizá... No sé, talvez huir.

Ambos lo sentían, ambos tenían los mismos sentimientos en el pecho: la impotencia, la frustración, la utopía de su futuro juntos... Ambos sentían que las lágrimas querían escaparse de su sitio, pero también ambos se esforzaron para no soltar ni una sola.

Si, se amaban. Sí, no podían verse. Y sí, quizá nunca más volverían a darse un abrazo... Pero también sabían que si el otro estuviese a su lado, no le gustaría verlo llorar. Y eso era lo único que les daba las fuerzas para no soltar aquellas lágrimas.

 Y eso era lo único que les daba las fuerzas para no soltar aquellas lágrimas

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Después de la muerte ||Shinkami||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora