Lunes, inicio de semana. Un viento frío ahondaba por todos los lugares posibles, se escurría por las ventanas y nadie estaba a salvo de la helada sensación que te recorría el cuerpo.
Las noticias habían pronosticado que el panorama de los días venideros sería bastante borrascoso, pues el aviso de un tifón que podría estrellarse en las costas los mantenía a todos alertas.
Era normal que en medio de ese cuadro gris y nublado, las personas se protegieran con las ropas más abrigadas y un paraguas no faltara en el bolso de los peatones.
Todos se mantenían alerta, sin embargo, como se aseguraba que no los tocaría totalmente, las clases seguían y las horas laborales también.
Deidara también era parte de esas personas, iba abrigado totalmente y agradecía que la zona donde trabajaba tuviera calefacción, pues si no, creía que podría congelarse rápidamente.
Como era el primer día de la semana, retomaba el trabajo del cual estuvo ausente por unos cuantos días, casi una semana, que lo dejó verdaderamente relajado, pero que sabía, ahora tenía que pagar con horas extras para poder adelantar su tiempo perdido.
Cuando entró al enorme edificio que era la sede principal de la empresa y en la cual trabajaba, fue recibido con sonrisas, sus compañeras le sonreían y algunos le daban la bienvenida.
Hidan, con el cual solo se vio por unos segundos le guiñó un ojo coqueto y luego le sonrió, dándole una palmada en la espalda y un agradable “bienvenido”.
Recibió todo aquello con una sonrisa y al llegar a su escritorio, dejó su maletín sobre este. Gozando la calidez que hay dentro del lugar, se despojó de su gabardina y la dobló para luego dejarla dentro de su maletín, dejando a simple vista su camisa de botones color azul oscuro y su corbata negra.
Encendió el computador y su Tablet a un lado, y comenzó a copiar datos de una a la otra, para actualizar cualquier nuevo detalle de la agenda de su jefe que no conoce. Le llevó un poco de tiempo actualizar todos los datos, por eso mismo había llegado antes de tiempo, así se podía dar el tiempo de estar al tanto de las cosas que se perdió.
No tardó mucho en llegarle el informe del abogado de su jefe explicándole como iban las cosas con Atsui, también recibía un informe, de vez en cuando, sobre la fábrica del Este, para saber cómo marchaban las cosas allí.
Quería fijarse por completo en el trabajo y no pensar en más nada, mucho menos en lo ocurrido la noche anterior.
*****
Deidara salió de aquel hermoso Ferrari negro después de haberle brindado una sonrisa a su jefe y que este le dejara en sus manos aquel reloj, el cual guardó en el bolsillo de su pantalón, agradeció el paraguas, y aún con las mejillas sonrojadas se despidió de él.
No se apartó de aquel lugar hasta que observó que aquel lujoso auto cruzaba la calle y se perdía de su vista, dio media vuelta, aún con la sensación del toque ajeno en sus mejillas, si Itachi supiera que él era gay, posiblemente dejaría de hacer cosas que le ponen tan nervioso.
Alzó la mirada y se dirigió a su apartamento, tomando el camino hacia el enorme edificio, pero antes de que entrara en él, la figura de otro hombre cubierto con un paraguas le llamó la atención.
Miró hacia allí, y se arrepintió de hacerlo.
Reconocía aquella mirada color chocolate y aquel cabello rojizo, lo hacía perfectamente y se nota que él también lo reconoce.
Se quedó estático, aun más cuando lo vio acercarse, pero inevitablemente dio unos cuantos pasos hacia atrás y él se detuvo al ver aquel esfuerzo por mantener la distancia.
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Negocios románticos
FanfictionItachi es un hombre felizmente casado y dueño de una de las empresas de más renombre y con mayores ganancias del país, o al menos es así para los medios, los cuales no saben lo agobiado que se siente por los abundantes celos de su esposa; su trabajo...