El reloj marcaba las cuatro de la mañana, un día que aún no auguraba sus sucesos comenzaba a despertar, o más bien su gente, porque el cielo no alumbraría sus colores hasta las seis y algo de la mañana.
Aún era de madrugada, pero algunas personas se preparaban para viajar o salir de casa directo al trabajo, y otros, apenas llegarían de hacer guardias y cosas parecidas.
Él era uno de esos que se levantaba para viajar, a pesar de ser un hombre adulto aun lo dominaban los nervios, era un viaje largo y él no estaba acostumbrado a ellos, pero también debía confesar que a pesar de todo, se hallaba emocionado como un niño de preescolar con un juguete nuevo, iría a otro continente, y estaría en París, quería ir y comer algo rico, beber algo rico y ver algo maravilloso, aunque en Paris, empezaba a sospechar que todo sería maravilloso.
Se miró en el espejo algo dudoso de su aspecto, el presidente le dijo que podía ir informal, así que digamos que estaba contento con lo que llevaba.
Jeans negros, camiseta blanca y una gabardina color vino que le encantaba.
Se había decidido por llevar el cabello suelto, y se lo peino muy bien, ayer ya había tenido el tiempo de lavarlo para evitar cualquier déficit en su apariencia, se miró nuevamente y sonrió, le parecía que se veía bien, solo faltaba un poco de perfume, chequear bien su maleta y esperar a que el chofer llegara a llevarlo al aeropuerto.
Caminó y rebuscó su perfume entre sus cosas, encontrando algo más de lo que ya inclusive se había olvidado.
Era una caja chica y alargada de color gris con unas franjas doradas en ella, se veía realmente elegante y parecía ser suave al tacto.
Exactamente la misma caja que guardaba el hermoso reloj dorado e impecable que su jefe le regaló hace ya bastante.
La abrió con suavidad y acarició con delicadeza las pequeñas incrustaciones blancas de gemas, pensó en volverlo a guardar, pero ¡a la mierda! Si su jefe se lo había dado era para que lo usara y que mejor momento que cuando va a viajar a Europa, quería verse bien, lucir bien, sentirse atractivo, y no recordar lo malo que fue volver a encontrarse con su ex acosador.
Lo sacó de la caja y se lo puso en la muñeca derecha con un poco de dificultad, pero luego de verlo, lucia tan bien que le daban ganas de tomarse fotos y subirlas a Instagram, aunque hace mucho que no usaba la aplicación.
Se sonrojó un poco cuando rozó sus labios con un humectante de labios, dándole ese toque suave y un poco brillante.
Se miró de nuevo al espejo y vaya que le encantó lo que vio en él.
Después de aquello se apresuró a revisar su maleta y a confirmar si había llevado lo indispensable. Llevaba objetos de trabajo, su cargador, su ropa, la normal y la formal, porque si irían a hacer negocios, él no podía ir en chaqueta y pantalón jean, por Dios, tenía que ir elegante.
Metió su perfume solo después de rociarse en el cuello y un poco en su cabello, y luego de guardar todo, escuchó el sonido de un motor, que claramente le dio la indicación de que estaba listo.
Bajó con su maleta en mano y un bolso en el que había metido otras cosas de vitalidad, habiendo dejado bien cerrada la puerta de su pequeño apartamento, guardó las llaves y bajó las escaleras hasta llegar al hermoso 4x4 de su jefe.
Abrió la puerta y se subió en el auto, dejando su maleta a su lado.
-Buenos días – le saludó el chofer con una sonrisa suave.
-Buenos días – le respondió con una sonrisa, y las mejillas del otro se pintaron un poco.
-¿Todo listo? – preguntó el hombre y Deidara asintió – pues vamos, el jefe ya lo está esperando.
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Negocios románticos
FanfictionItachi es un hombre felizmente casado y dueño de una de las empresas de más renombre y con mayores ganancias del país, o al menos es así para los medios, los cuales no saben lo agobiado que se siente por los abundantes celos de su esposa; su trabajo...