Dio un paso hacia el frente y las gotas de agua se resbalaron de su cuerpo y cabello, para luego empapar la alfombrilla bajo sus pies.Era un día nuevo, un nuevo amanecer, y otro día de trabajo ajetreado, caminó hasta su armario y observó su ropa, el fin de semana anterior había estado tan aburrido que había decidido ordenar su armario y acomodar sus trajes para luego no tener que hacer un desastre antes de vestirse.
Sacó su traje del día, un traje color negro con una camisa morada debajo que había comprado recientemente. Se secó el cuerpo, y se arregló lo más rápido posible, para luego tomarse un vaso de café con leche y unas tostadas con huevo.
Luego de estar casi listo, miró el calendario que colgaba en su pared, a pesar de que tenía uno en su móvil que podía considerarse más útil, él los prefería en físico, en papel, se le hacían mejores.
Observó el nuevo mes, que le mostraba el calendario, sin un solo tachón, totalmente impoluto.
Ya había pasado un mes desde Paris, un episodio de su vida que se le hacía fantasioso, hermoso y memorable.
Sobre todo memorable, tanto así, que algunas noches soñaba con el mismo hermoso paisaje, y con caricias y besos.
Negó con la cabeza para no pensar en nada referente a ello, y tomó sus cosas para luego salir de su casa.
El proceso siempre era el mismo, tomar un taxi y llegar al trabajo en el cual debía comportarse como un pulpo; atender llamadas, posponer reuniones, anotar nombres o datos, sacar copias, atender a su jefe, preparar café y otras cosas más.
A pesar de que no quería pensar en ello, en su día a día, siempre terminaba recordando Paris. Era gracioso darse cuenta que el hombre que fue su amante por unos días, ahora había vuelto a su trabajo de hombre que da órdenes y no soporta errores.
Y vaya que no los soporta.
Últimamente, desde hace unas semanas, Itachi le ha demostrado cuan déspota y autoritario puede ser como jefe. Trabajaba horas extra, estaba más irritable, tenía más ojeras, y muchos empezaban a decir que tenía actitud de tiburón.
Algunas personas quisieron saltarse la responsabilidad de entregarle algún documento, haciendo que fuese el mismo Deidara quien lo entregara, y eso solo ocasionaba enojo en su jefe y que se ganaran un buen regaño.
Incluso Mei, le dijo que Itachi estaba “pasando por un momento complicado” y que luego se le pasaría.
Aunque muchos temían que ese momento complicado se extendiera mucho más de lo que ellos podían aguantar. Inclusive en las reuniones algunos tenían cierto temor a hablar con el jefe directamente y se ponían nerviosos al exponer sus proyectos ante el ojo crítico de Itachi.
A Deidara por supuesto que le extraño un poco la actuación de su jefe, pero se adaptó rápidamente a él, llevando su rudeza con suavidad y dándole todo en el tiempo que deseaba, por eso llegar temprano era exageradamente importante y donde no lo hiciera, peligraba.
Llegó a su puesto de trabajo luego de haber recibido los buenos días por muchos de los otros trabajadores y enseguida se encargó de hacer un análisis rápido de la agenda de su jefe y poner todo a tiempo.
Faltando unos minutos para su llegada, Deidara preparó un café humeante tal y como le gustaba a su jefe, después de todo, era lunes, inició de semana y un día sin café para su jefe era como un día sin haber dormido.
Se llegaron las ocho de la mañana y él fijó su mirada en el ascensor, acomodo su corbata, alisó la americana de su traje, inclusive se arregló un poco el flequillo, asegurándose de que estuviera bien sujeto, y así estuvo listo para aproximarse a su jefe en cuanto las puertas del ascensor se abrieran.
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Negocios románticos
FanfictionItachi es un hombre felizmente casado y dueño de una de las empresas de más renombre y con mayores ganancias del país, o al menos es así para los medios, los cuales no saben lo agobiado que se siente por los abundantes celos de su esposa; su trabajo...