Sus dedos se agarraban a la orilla de la pequeña mesa que había en la sala, la apretaban con fuerza, intentando mantenerse estable mientras su pecho desnudo estaba pegado a la superficie de esta.
El movimiento frenético que llevaba su cuerpo era difícil de detener, y de su boca ya bajaba un camino de saliva que se había deslizado ya por su mentón. A pesar de que el aire acondicionado estaba encendido, él estaba sudando, porque el calor en su cuerpo era demasiado.
Podía sentir las manos firmes que agarraban sus caderas y los impactos que lo hacían moverse eran provocados por el otro hombre. Llevaban así quizás unos treinta minutos, y él ya sentía su cuerpo desfallecer del cansancio y sus rodillas dolían por seguir en la misma posición, pero vaya que no quería que se detuviera.
Intentaba no gemir tan alto, pero parece que le resultaba imposible, y aparentemente, cuando no estaba gimiendo y jadeando, Itachi aceleraba sus embestidas y llegaba más profundo solo para que él no pudiera quedarse callado.
Sintió una lamida en toda la línea de su columna, y una mano tanteó su pecho y apretó uno de sus pezones, los cuales, hace unos veinte minutos había estado chupando, lamiendo y mordiendo hasta hacerlo temblar de placer.
Las embestidas se volvieron lentas y un nuevo jadeo se escapó de la boca de Deidara. Hacerlo lentamente era una tortura deliciosa y erótica que a Itachi le gustaba mucho.
Una nueva lamida, ahora en su oreja, le hizo elevar la cabeza y gemir bajito.
-Eres tan adictivo – murmuró hundiéndose hasta el tope en su interior y tanteando, ahora con sus dos manos, sus pezones erguidos. – No me canso de poseerte.
-Itachi – su nombre se escapó en medio de un gemido, cuando una mano traviesa acarició su miembro.
-¿Qué pasa, Dei? – preguntó inocentemente mientras comenzaba a masturbarlo con parsimonia.
-Voy a enloquecer – le confesó entre jadeos y el Uchiha sonrió.
-Está bien – aceptó – yo estaré aquí para cuidarte cuando no puedas más.
Un sonido familiar timbró en la habitación y Deidara vio la pantalla encendida de su móvil, estiró su mano y observó la notificación de un correo, en cuanto vio de quien era, estuvo por incorporarse, pero Itachi fue más rápido, y la mano que había estado toqueteando sus pezones, la posó en su espalda, y lo empujó de nuevo, acto seguido, le arrebató el teléfono y lo lanzó hacia el sofá frente a ellos.
-¡Señor! – se quejó el rubio al ver el evento creado por el mayor.
-Estamos haciéndolo – le recordó – no quiero interrupciones cuando estoy dentro de ti.
-Pero era la secretaria del señor Hozuki. – Le explicó – Hemos estado esperando su aviso y… ¡Aaaah!
Las embestidas impactaron directo en su punto dulce y le nublaron la mente. Itachi empezó a moverse sin clemencia y con fuerza impactando sus nalgas, mientras seguía masturbándolo.
-¡Señor! Señor – Deidara sentía que no podía parar de gemir, sentía que ni siquiera podía cerrar la boca.
-¿Así es como te gusta? – Cuestionó sonriente el adulto – ¿Más fuerte o más lento?
-¡Más fuerte! – imploró el rubio.
-¿Enserio? – Ese tono incrédulo en la voz del pelinegro casi pasa desapercibido para el rubio, que se hallaba tan cerca del clímax que solo deseaba llegar. – Yo creo que lo prefieres más lento.
Un jadeó seguido de un gemido fuerte, hizo que una sonrisa se plasmara en el rostro del Uchiha, aquello había sucedido porque ahora había disminuido su velocidad, y ahora sus embestidas eran tan lentas que sentía que podía agonizar de placer.
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Negocios románticos
FanfictionItachi es un hombre felizmente casado y dueño de una de las empresas de más renombre y con mayores ganancias del país, o al menos es así para los medios, los cuales no saben lo agobiado que se siente por los abundantes celos de su esposa; su trabajo...