Capítulo 8

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Me levanto espantado.

<< ¡Qué mierda! >> Digo temblando.

No tengo idea de lo que ha pasado. A mi lado, Carl me pregunta si me encuentro bien, pero no le respondo. No es momento de responder estupideces.

Algunas personas me miran. Me pongo de pie, con un poco de vergüenza y salgo caminando con mi cerebro en shock, hacia el edificio.

Al atravesar la puerta, no miro a nadie. Un botones, se tropieza conmigo, pero él sigue como si nada al igual que yo. Entro en el ascensor y le digo que me lleve a mi piso. Tras un momento, se abre y salgo abrazándome. Con escalofríos miro al frente, pero al final del pasillo no hay nada; me tranquilizo un poco, empiezo a caminar con paso más seguro.

Unas seis habitaciones antes de llegar a la ventana final, Carl me detiene informándome que esta es mi habitación: La 4M. La voy a abrir y se desliza sola hacia un lado. Cuando entro, la casa me recibe encendiéndose las luces y todo lo demás; paso entre los sofás con cautela y veo la cocina hacia la derecha: Perfecta. Voy corriendo a buscar un refrigerador, tocando las paredes hasta que se abre una, mostrándome una agradable pila de comida, justo lo que quiero. Tomo una caja de papitas fritas, un refresco, un par de sándwiches, crema batida, galletas y crema de avellanas y chocolate: solo lo necesario. Me voy temblando hasta la sala principal, me siento con mis provisiones en el suelo y me quedo comiendo, mirando a mi robot sin decir nada; mucho menos después de lo que vi con esa chica pelirroja.

A las diez de la noche ya mis snack se han acabado y me quedo dormido sobre el sofá.

<<Despierta>> <<Despierta>><<Despierta>> Gritaba Carl, hasta que le pegué un puño para que parara; cosa que funcionó muy bien. Son como las 10 de la mañana, me puse de pie con dificultad. Miro el desastre a mí alrededor, busco la aspiradora para asear, pero cuando regreso ya un robot había hecho todo el trabajo. Está temprano, pero debo ir a hablar con el muchacho del hospital a ver qué me dice.

Me alisto, salgo del departamento con otro traje similar al que ya tenía. En el ascensor, la pantalla tiene una opción de <Estación>, la oprimo por curiosidad y bajo unos 50 pisos; se abre la puerta y frente a mí hay un montón de gente hablando y otra haciendo fila. Voy a ver qué pasa y retrocedo del susto al ver que el metro se atraviesa por el edificio deteniéndose, la gente lo aborda rápidamente. En mi estupefacción, le pregunto a un hombre:

-¿A dónde va esta ruta?

- Al norte, señor. - Me responde muy cordialmente.

- Ok, gracias. - Voy corriendo hacia un vagón, Carl me sigue y justo antes de que se cierren las puertas, logramos entrar. Simplemente corrí por instinto, supongo que de una u otra forma llegaré al hospital.

El metro avanza acelerándose y rodea varios edificios, me asombro mucho al ver al Palacio de Westminster con su gran torre, pero una parte de la construcción está destruida. Después de un rato, llego al norte de Londres. Me bajo en una estación, que según Carl, está cerca al hospital. En la calle me siento muy extraño.

Mi robot me guía a una cafetería, pido algo para comer y me siento en una mesa. Cuando termino, él entra caminando rápido sin razón aparente, se sienta en frente mío.

-¿Qué tal, amigo?- Me dice

-Hola...- Hago un gesto de pregunta

-Mmmm. Claro, soy Jason. Jason Evans.- Me responde. - ¿Qué quieres saber?

- Primero...Vi algo en el oriente de la ciudad mientras iba a casa ayer. ¿Por qué todo está destrozado en esa parte de la ciudad?

Me mira y dice: - Una gran parte del mundo lo está.

-¿A qué te refieres? digo un poco nervioso. 

- Bueno, no es únicamente en el oriente, gran parte de Londres está destruida;

- Digo asustado.

- Cómo explicarte. Hace cincuenta años hubo una gran guerra; unos le dicen la Guerra del Todo, pero se conoce mejor como la Tercera Guerra Mundial.

EL ROJO ES MI TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora