-No sé por qué estoy aquí, pero creí que te lo debía. - la dulce voz me despierta, pero sigo con los ojos cerrados.
- Fue muy lindo lo que hiciste, pero te odio porque casi te matas. Estúpido. -
- y si me odias tanto, ¿Qué haces aquí? - Le dije, mientras abría mis ojos. Ella dio un brinco hacia atrás, asustada.
- No estoy aquí para morir de un infarto. -
- Yo tampoco, aunque casi me da uno cuando me hablaste. -
- Más bien cuando te atropelló ese auto. Tu altruismo me asombra. -
- Suelo arrojarme a las avenidas los viernes en la tarde, tranquila. -
Riéndose, se acerca a mí con cautela.
-Me debes aún una cita, ¿no? - me dice ella.
- Tienes razón, ¿te parece si la tenemos aquí? - Le propongo.
- ¿Qué? ¿En serio?, pero... Vale. Ahora regreso. - Dijo mientras me abandonaba en la habitación.
Después de diez minutos volvió con una mesa y en ella unos sándwiches, jugos dietéticos naturales y un par de velas.
-Aquí está lo que querías.
- Lo que tú querías. ¿Un picnic? - Le pregunto sonriendo.
- Lo que queríamos. Una cita al fin y al cabo.
Comimos y después de charlar un rato me dijo:
-Me tengo que ir a mi departamento, nos vemos allá. -
- ¿Te vas tan temprano?, quédate otro rato, por favor.
Blanqueando los ojos, pero levantando la comisura de sus lindos labios, se acerca a mí.
Me empuja hacia un lado y se acuesta en la camilla conmigo. La miro y nos reímos. Sus ojos tan perfectos me ven y se distraen en mí. Me acerco a su rostro con sutileza, cierro los ojos, siento su respiración; sólo dos centímetros. Se pone de pie, va hacia la puerta y me mira diciendo:
-Lo siento.
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EL ROJO ES MI TIEMPO
Khoa học viễn tưởngNo recuerdo casi nada de mi vida, solo sé que ahora debo viajar: y no precisamente en avión.