días juntos

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Cuántos días habían pasado. Parecía una eternidad, un suspiro, cinco minutos, un año o quizás cien. No importaba, era inútil saber qué día u hora era, que mes o año. Ya nada de eso importaba, pues se tenían el uno al otro y las trivialidades como besarse, hablar hasta altas horas de la noche, caminar juntos, ver la televisión o simplemente dormir en la misma cama, se hizo necedad y adicción; en especial, probar el fruto prohibido de su amor, las noches dónde eran libres de caer en sus impulsos más bajos, dónde eran esclavos del deseo y la lujuria.

Cuántas noches pasaron...? Quizás una eternidad.

Lincoln se levantaba de una de las tantas noches inolvidables que había tenido. Fue directamente al baño a ducharse y alistarse para su trabajo, era mesero en un pequeño restaurante, después de todo, ya tenía experiencia en eso.

El albino salió primero, dejando a su amada en aquella cama individual que se negaban a cambiar para estar más cerca del otro. Dejo una nota con el desayuno echo y salió del muy reducido departamento que tenían.

- adiós princesa...- susurro antes de dejarla.

Lola despertó tan solo unos minutos después, al igual que Lincoln, se dió un baño y se alistó para salir de casa, no sin antes desayunar y leer la nota de su querido novio.

"Te veías muy linda durmiendo.

Te amo."

Lola leía una y otra vez la nota, no por su profundidad o su extensión, si no por quien la escribió y el claro afecto que le transmitía.

Poco después, Lola salió del departamento, no sin antes, guardar la nota junto a muchas otras más que Lincoln había escrito y de la misma manera, entregado junto con un detalle que enamorada a Lola aún más.

La jornada laboral paso, la tarde caía y mucha gente corría de regreso a casa. Exepto una persona, Lola, quien esperaba paciencte en una banca del parque.

- mi amor!.- escucho por detrás.

- querido...- se giró y fue interrumpida por los labios del albino.

- te sorprendí?

- no, nunca me dejas decir algo más... Y me encanta.

- bien... A dónde quieres ir?

- que tal ahí?.- señaló una pastelería.

- a sus órdenes mi reina.- se inclino.

Lola sujeto el brazo de Lincoln y entraron a aquella pastelería.

A dónde sea que iban, llamaban la atención. Lola, hermosa como siempre, incluso luciendo ropa común y Lincoln con su cabello blanco y buen físico.

Observaban la ciudad desde la vitrina.

- crees que ya se rindieron?.- pregunto Lola.

- no lo sé, es probable; después de todo, ya pasó mucho tiempo.

- sabes... de alguna manera, me gustaría que siguieran buscando y nos encontrarán.

- por que?

- bueno... Quisiera presumir de nuestra vida, que apesar de todo, seguimos juntos y no nos va mal, que no hay nada malo con nosotros, que podemos ser miembros funcionales en la sociedad.

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