Epílogo: "Él se merecía un final feliz"

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En aquel reino de artísticos paisajes, armonizado por música de ambiente que aparentaba ser alguna de las tantas composiciones del maestro Erik Satie, existía un ostentoso castillo, el cual, recibía a sus invitados con el cálido abrazo de su inmenso jardín, decorado por colores más brillantes que los del propio arcoíris. Tonalidades rosáceas, anaranjadas y ambarinas, difuminadas entre sí cuan pintura impresionista, eran capaces de captar la esencia pura de Dreamland, embelesando hasta al más insensible individuo.

En aquel reino de oníricas tierras residía un hermoso caballero de férrea armadura, de gran carácter y valentía digna de su profesión. Su nombre era Meta Knight, de cabellos color noche y ojos ambarinos tal cual lo era la luz de las farolas que conformaban el alumbrado público.

Tras años de esfuerzo hercúleo, Meta Knight fue capaz de aceptar sus sentimientos e iniciar de cero consigo mismo, aceptando con los brazos abiertos las buenas cosas que la vida tenía para otorgarle. Ahora, gozaba de una vida tranquila y sin preocupaciones que carcomiesen su alma poco a poco; era feliz cuidando de su patria y de su hijo, recibiendo amor constante por parte de su monarca y esposo, el Rey Dedede.

Los años seguían su curso con normalidad, sin que nada ni nadie pudiese detener su marcha. Kirby creció hasta convertirse en un niño grande y fuerte, valeroso como su padre caballero pero muy imprudente como su padre rey. Corría velozmente cuan animal salvaje, recorriendo en tiempo récord el castillo que le pertenecía a su familia.

Mientras tanto, sus tíos, amigos del tan reconocido caballero Meta, corrían tras él en el afán de atraparlo y mantenerlo quieto. Desde que aprendió a caminar, se había convertido en un completo corredor olímpico, saltando obstáculos como si fuesen vallas y utilizando la entrada del jardín como línea de meta.

¡Gané! ¡Gané! —Gritó al viento cuan alma libre, presumiendo su logro a las flores que dotaban de vida al jardín.

¡K...Kirby! ¡Ah! —Jadeó Sword, sintiendo su corazón salirse ante la adrenalina que había desatado la carrera en su sistema. — Corres muy rápido, hijo... Sin duda serás un gran caballero cuando seas grande.

¡Lo sé, seré un buen caballero y protegeré al reino como lo hace mi papá! —Explicó emocionado, acercándose a su tío para abrazarlo.

Ay Kirby... te has hecho un niño revoltoso desde que aprendiste a utilizar tus piernas, debes de tener más cuidado si ves que hay personas enfrente de ti, podrías provocar un accidente y salir lastimado. —Mencionó su tía Blade, acercándose a sus dos amores para abrazarles de igual forma.

Sí, tía Blade, discúlpame... ¡Para la próxima vez sólo correré alrededor del jardín!

Kirby amaba a su familia con todo el corazón, podría ser un poco travieso, pero jamás sería irrespetuoso. A pesar de haber nacido en una época de paz, él ansiaba convertirse en un caballero como su padre, ayudando a todo aquel que necesitase de sus servicios. Kirby crecería en un lugar lleno de amor y paciencia, pilares importantes para el desarrollo pleno de un niño.






Por otro lado, Kirby cuidaba a su hermano desde las estrellas, agradeciendo día tras día el amor que se le había dado durante su tiempo en vida. Él era feliz sabiendo que Meta Knight había logrado desprenderse de su pasado, comenzando a ser tan alegre como alguna vez lo fue.

A veces, sólo a veces, deseaba poder estar a su lado una vez más y  sentirse abrigado entre sus brazos.

Pero estaba conforme sabiendo que su sobrinito podía abrazar a Meta Knight tanto como él quería hacerlo.

Después de todo, Meta Knight se merecía un final feliz.

Un padre solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora