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El chico de cabellos castaños se puso de forma rápida sus botas mientras pensaba en que ya era tarde y debió haber salido más temprano, hubiera sido mejor salir antes de mediodía, tenía que ser más puntual con los mandados.

Esta vez no se distraería por el camino, no recogería flores, ni hablaría con extraños. Y en caso de encontrarse con el lobo ya sabía cómo defenderse.

-¡Ya me voy, mamá!

Se puso su caperuza roja y tomó la cesta en la que llevaba cosas para su abuela y procedió a salir de su casa para adentrarse en el bosque caminando con rapidez preguntándose a sí mismo por qué era tan impuntual a veces.

Mientras caminaba por el bosque se detuvo al escuchar el crujido de una rama, rápidamente volteó para ver qué había causado ese sonido. No había nadie tras de él, pero pudo notar una cola que se asomaba del tronco de un árbol. El lobo estaba escondiéndose pero no lo hizo bien.

Fingió no ver y siguió su camino, pero no quería bajar la guardia, y por andar echando miradas hacia atrás tropezó.

Las risas de parte del lobezno no tardaron en escucharse. El chico se levantó lo más rápido que pudo y miró hacia atrás.

-¡Deja de seguirme y sal de una vez de ahí, cobarde!

El lobo se abalanzó sobre el chico de la caperuza antes de que huyera. Era una presa fácil. Pero no había tenido en cuenta que podría estar ocultando un arma.

Caperucita había sacado una daga de su bolsillo, con la que acababa de cortarle un brazo al chico lobo, que estaba soltando un quejido por el dolor, pero su enojo contra el de cabellos castaños había aumentado.

-No soy tan indefenso cómo crees, lobo.

De un golpe logró hacer que el de cabellos castaños soltara su arma dejándola caer, y lo acorraló contra un árbol sosteniéndolo de ambas manos (aunque un brazo le doliera). Empezaba a disfrutar el ver la expresión de terror que éste tenía.

-¿Qué vas a hacer ahora, caperucita? ¿Gritarás por ayuda como lo hiciste aquella vez? –Se burló mientras le miraba directamente a los ojos con el fin de intimidarlo. Se relamió los labios y sin esperar más, acabaría con su hambre ahora mismo.

Pero antes de que pudiera dar la primera mordida cayó al suelo soltando un ligero aullido de dolor, acababa de recibir una patada en la entrepierna seguida de un empujón.

Mientras maldecía en voz baja vio al chico de la caperuza tomar su cesta (y también su daga) y después alejarse, sólo volteó por un breve momento para hacerle una mofa al lobo y luego irse corriendo.

Dio un golpe al suelo para liberarse de la rabia que tenía en ese momento, no había podido causarle ni un rasguño. Pero él había recibido un corte, una patada y un empujón. Se quedó en el suelo hasta que el dolor pasara.

-Maldita caperucita roja...

Con caperucita... Él ya había dejado de correr cuando sintió que estaba lo suficientemente lejos de donde había dejado tirado a aquel chico lobo.

-Agh, me ensucié de tierra al caerme. –Se quejómientras se limpiaba un poco. Notó unas pequeñas gotitas de sangre en la mangade su camisa blanca, era sangre del lobo.- Eh... -Suspiró mientras pensaba en quetendría que lavar su ropa pronto para que no se manchara. Tenía flojera dehacerlo.

After StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora