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Caperucita estaba corriendo por el bosque, fue a esconderse rápidamente en algún arbusto, vio al lobo pasar de largo. Se estaban divirtiendo jugando al escondite. En un momento lo vio caer al tropezarse con una rama y luego quejarse, aguantó un poco la risa y se hundió más entre las ramas del arbusto mientras se tapaba la boca y pensaba en lo gracioso que había sido eso, probablemente luego molestaría a Ale haciéndole recordar ese momento.

-¡Que tonto...! –Murmuró mientras aún contenía las carcajadas. Luego de un momento se calmó y suspiró.- Creo que aquí no me va a encon-

De la nada Ale saltó sobre él apartando todas las ramas del arbusto.

-¡Te atrapé!

-¡Estúpido, me asustaste!

Ambos rieron y salieron del arbusto.

-No es justo. –Se quejó Rosmer mientras se cruzaba de brazos y se recostaba de un árbol.- Tienes mucha ventaja al jugar. En el escondite me encuentras muy rápido.

-Tu olor, los sonidos que haces, puedo percibirlos fácilmente.

-¿Tengo olor...? Bueno, no importa ya.

Una brisa algo fría pasó, ambos sintieron un pequeño escalofrío. Pudieron notar la caída de algunas hojas de los árboles, esto indica que estaba iniciando el otoño.

-Hace frío. –Frotó sus propios brazos para darse algo de calor.

-Sí... Oe, me acabo de acordar de algo. Vamos a buscar mi cesta.

Rosmer tomó la mano de Ale y regresaron al árbol de siempre, donde había dejado su canasta. Al principio había querido retarlo a ver quién llegaba primero, pero sabía que iba a perder. Tomó su canasta mientras el lobezno le veía, y sacó una bufanda tejida de color azul.

-Toma, la hice para ti. –Dijo mientras se la ponía en el cuello al lobezno.- ¿Alguna vez te dije que soy bueno tejiendo? Pft, bueno, ni tanto, se nota que está tejida por un principiante.

El lobo sintió como como su corazón latía con fuerza, se había emocionado por el regalo que había sido hecho por las mismas manos de Rosmer. Amó el detalle tanto como amaba a ese chico.

-En realidad te lo iba a dar desde hace un tiempo, pero primero no lo había terminado y después no me sentía seguro si dártelo o no.

-Me encanta.

El castaño contuvo un chillido. Le alegraba que Ale le dijera eso.

-¿En serio?

-Sí. –Tomó de las manos a Rosmer y le dio un beso en la mejilla.- Gracias.

After StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora