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Otra vez estaba siendo obligado a hacer los mandados, claro siempre era lo mismo "Ya estás bastante grandecito, ve tu sólo" le fastidiaba que le dijeran esas cosas, no siempre le gustaba andar sin compañía, pero sin replicar nada hacía lo que su mamá y papá pedían y salía de la casa.

Mientras caminaba por el mercado para comprar lo que se le había mandado, a lo lejos pudo oír unos gritos. Con curiosidad fue a ver qué era lo que estaba pasando, parece que quienes habían formado el escándalo eran las mujeres de los pastores del pueblo.

Algunas ovejas estaban correteando por donde quiera, aparentemente se habían escapado.

De lejos pudo ver que los muchachos, hijos de los pastores, qué de vez en cuando se turnaban para cuidar de las ovejas, estaban tirando piedras hacia algún lado, mientras gritaban a un señor que trajera rápido la escopeta.

Estaban apedreando al lobo feroz, se dio cuenta de eso cuando el tipo de la escopeta dijo que por fin lo mataría. Pudo ver cómo su amigo estaba huyendo, se había metido hacia el bosque.

Después pudo escuchar un disparo. Y la gente que estaba a su alrededor había empezado a hablar.

"¿Le dieron?" "Parece que ya lo mataron, ¡Qué alegría! esa bestia no nos volverá a molestar jamás" "¡Me estás pisando un pie! ¡Apártate!" "¿Qué pasó?" "Ah, parece que el lobo feroz mató a una oveja del rebaño de los pastores" "Qué perdida tan lamentable para esos pastores..." "¿Podemos ir a buscar la piel del lobo?" "Mataron a la bestia, ¡Festejemos!"

-No... -Murmuró en voz baja, estaba temblando mientras le rogaba a dios que nada le haya pasado a su súper mejor amigo.

Sin pensarlo fue corriendo hacia el bosque también, tenía que encontrar a ese lobo ya.

Se alivió cuando pudo encontrarlo en el mismo lugar donde siempre se veían, el que solía ser el escondite del de pelo azabache, tras del árbol. Él estaba sentado en aquel sitio, estaba agotado después de haber huido así y recibir los golpes de las piedras y casi un balazo.

-¡Alejandro...!

-¿Eh?

Rosmer se había arrodillado frente a él y le había rodeado con sus brazos envolviéndolo en un fuerte abrazo.

-¡Ay! No aprietes tanto, ¡duele, duele...!

-Perdón...

El de caperuza aflojó el abrazo, pero seguía sin separarse, Ale notó que Rosmer estaba temblando, algo le estaba pasando y le empezaba a preocupar.

-¡¿Qué pasa?!

-Lo presencié todo... Me alegra que estés bien. –Se apartó y sonrió, estaba mirando al suelo mientras limpiaba sus propias lágrimas, aunque le estaba siendo inútil, las lágrimas no dejaban de salir, sí que había llevado un buen susto.- ¿Qué tanto daño te hicieron? Voy a curarte. –Dijo mientras revisaba su canasta para sacar el botiquín que siempre llevaba consigo.

-No te preocupes tanto, no fue mucho el daño. Estoy bien.

El de cabellos castaños de forma rápida llevó ambas manos a su propio rostro, intentaba contenerse para no seguir llorando frente a Ale, se sentía completamente avergonzado por eso. Pero... No podía imaginarse el futuro sin el lobezno.

"Él temió por mi vida más de lo que yo lo había hecho hace un momento..." pensó Ale por unos instantes.

Con algo de dificultad se levantó un poco para acercarse otra vez al chico de la caperuza.

-Rosmer... Mírame. –El mencionado no obedeció, así que él mismo apartó las manos del castaño para verle el rostro, éste sólo seguía con la mirada baja.- Mírame. –Le tomó del mentón para que pudieran verse a los ojos.- No van a matarme... Ha pasado mucho tiempo y nunca lo han logrado, y no lo lograrán. Tranquilízate. ¡Ay, ay! –Volvió a quejarse por el dolor, Rosmer lo había abrazado sin mucho cuidado otra vez.

-Te quiero, Ale... -Forzó un poco su voz para escucharse lo más normal posible, sin que un sollozo se atravesara.

El lobezno le bajó la capucha para poder acariciarle la cabeza.

-Yo también te quiero, Rosmer.

"Me está llenando de moco..."

After StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora