La casería del juramento

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Zusure sacó un mazo de su espalda y lo apuntó a Rugar, este lo vio de frente mientras buscaba en su cuerpo algún arma para defenderse, pero Zusure le saltó encima sin darle tiempo, parecía una gacela al saltar, dejó caer sus piernas en los hombros de Rugar llevándolo al suelo, el sonido que emitió fue bofo.

—Cranck, cranck, cranck —Río descontroladamente — Martillar, martillar, vamos a ver de qué color es tu cabeza.

Zusure tenía el mazo sostenido con ambas manos mientras lo dejaba caer en la cabeza de Rugar una y otra vez, los gritos de Rugar fueron indescriptibles su asombro y dolor se mezclaban con cada "cranck" que Zusure cantaba como melodía acompañada del sonido del cráneo agrietándose, su cara se fue deformando, estiro su mano a Krist en busca de ayuda, pero este ya corría hacia mí con su arma en el aire.

Todos comenzaron a moverse en búsqueda de una víctima; Belesemu chocaba sus machetes alargados dirigiéndose a Biller, mientras que Nazarí había dejado de estar en el suelo donde había estado llorando, desapareciendo.

—¿Krist? —Su mirada tenía furia — Espera, no debemos

Comenzó a correr desviándose a un pilar que sostenía el segundo piso de las habitaciones, tomó una lanza con una punta de piedra tallada y la lanzó a mí. Actúe con rapidez y logre agacharme, aun así, pasó a unos metros de donde yo estaba, clavándose en un pilar a mis espaldas.

—¿Krist? —La impresión en mi voz me hizo reaccionar.

Me mataría, su mirada estaba sobre mí, comencé a correr a mi habitación, podía arriesgarme a pelear con cualquiera menos con él.

—¿A dónde vas cobarde? ¡Regresa! —Su gritó me mareaba.

Llegue a mi habitación la cerré con fuerza y moví la cama bloqueando la puerta, me puse del otro lado y empuje con fuerza la cama mientras sollozaba, el ruido de la pelea afuera de mi habitación era evidente. Esperaba que Krist intentara derrumbar la puerta a golpes, pero parecía haberse rendido conmigo.

Estaba seguro de que Krist alcanzó a lastimarme de algún modo, palpe mi pecho en busca de alguna mancha de sangre, me vi las manos esperando encontrar algo, el dolor que sentía era desbordante, me tire al suelo e intente halar aire, mi corazón latía fuerte y mi respiración era muy acelerada, mis manos sudaban, todo me daba vueltas. Necesitaba aire, mis pulmones se rehusaban a dejarme inhalar, me quite la camisa y tome mi garganta buscando alguna herida. No había sangre, me tire al suelo con lágrimas brotando de mis ojos, comencé a ver manchas negras y a sentirme mareado, todo se puso oscuro. <<Mi corazón dejara de latir en cualquier momento>>. Me desvanecí con la voz de Krist gritando fuera de mi habitación.

—¡Se acabo la cacería, deténganse!


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El calor me despertó, estaba exaltado y sudando, el sonido de las cigarras inundaba todo el lugar, parecían cantar con fuerza rogándole al cielo que lloviera. Eso significaba que próximamente habría lluvia, me sentía desorientado, no entendía que había sucedido, intente recordar y pronto mis pensamientos fueron llenados con el recuerdo de anoche.

Me levanté a prisa buscando la Santoku, la encontré en el suelo cerca de la entrada, la había dejado caer al bloquear la puerta con la cama. Intente escuchar que sucedía en el exterior, pero no había ruido, no me arriesgaría a salir así que decidí buscar una botella de agua para hidratarme un poco y tome asiento en la cama.

Llevábamos tres días en la casa de thanos lo que significaba que restaban once días para sobrevivir, no dejaba de pensar en Krist, su mirada y la forma en que me había lanzado esa lanza, la cabeza de Rugar deformándose y los ojos de Nathel, no estaba seguro de sobrevivir tanto tiempo en este lugar.

La purga de ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora