𝐄𝐥 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐛ú𝐬 𝐡𝐚𝐜𝐞 𝐊𝐀𝐁𝐎𝐎𝐌

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A la mañana siguiente, Quirón me traslado a la cabaña 3, la que tiene muros exteriores de tosca piedra gris tachonada con pechinas y coral

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A la mañana siguiente, Quirón me traslado a la cabaña 3, la que tiene muros exteriores de tosca piedra gris tachonada con pechinas y coral. Tenía un montón de espacio para mí solo, lo que en cierta forma era un punto que me agradaba pues apreciaba más mi privacidad. Tenía el cuerno de Minotauro colgado en una pared de mi habitación, un juego de ropa limpia, bolsa de aseo y hasta una propia ducha privada. Podía sentarme en mi propia mesa a la hora de la comida y escoger mis actividades. Todo podía ser absolutamente perfecto, de no ser porque la mayoría de los campistas me miraban de una manera casi hasta despectiva, hasta Luke me miraba algo raro. Se puede decir que nunca quise encajar en la sociedad pero esto ya había llegado a un maldito extremo. Nadie se me acercaba, me tenían como la peste y solo esperaba a que me sacaran del lugar.

Desde aquel incidente el pasado viernes, nadie hablaba del perro del infierno que había entrado al campamento. Puede que al principio quisieran determinar el por qué es era imposible a menos de que alguien lo haya convocado desde dentro. Todo el mundo estaba asustado y el clima no es como si estuviera ayudando. Me dijeron que el clima siempre era bueno pero parecía que se iba a desatar una tormenta, indicando que los dioses estaban muy enojados conmigo...o con mi padre. Mis lecciones de pelea con espada pasaron a ser particulares, con Luke como mi instructor.

—Vas a necesitar todo el entrenamiento posible. —me dijo—Repite ese golpe cincuenta veces.

Tanto Clarisse como Annabeth tomaban sus distancias a su manera. Después de aquella paliza, dudo que la cabaña 5 intenté hacerme otra cosa que no quiera por un tiempo. Pero la rubia hija de Atenea me tenía conflictuado, me trataba de una manera más fría, al mismo tiempo que murmuraba cosas sobre planear y tener una misión lo antes posible. Y para coronar mi estadía seguía teniendo esas molestas y traumatizantes pesadillas que poco a poco empezaba a entender. Me iban a cazar por robar algo que no había robado...

         Pronto escuche el sonido de pezuñas en la puerta, un carnicol que pisaba el umbral.

—Pasa.

         Grover había entrado y se le notaba bastante preocupado.

—El señor D quiere verte...

Con eso solo solté un suspiro y rápidamente fui directo a la Casa Grande. Llevaba esperando este momento, pues por lo que me han contado, yo jamás debía haber nacido y mi mera existencia es un acto de guerra entre los dioses del Olimpo. Los Tres Grandes habían acordado no tener más hijos desde la Segunda Guerra Mundial y ahora parece que mi padre había roto el trato. Al llegar pude notar tanto a Dioniso como a Quirón en su forma de silla de ruedas, estando en el porche jugando pinacle entre ellos nuevamente.

—Bueno, bueno—dijo el señor D sin levantar la cabeza—Nuestra pequeña celebridad. Acércate y no esperes que me arrodille solo por que seas hijo del Barbapercebe.

Al decirlo un rayo hizo acto de presencia, retumbando en el cielo nublado.

—Bla, bla, bla—contestó—Si de mí dependiera haría que tus moléculas mortales se desintegraran en llamas pero desafortunadamente no puedo hacerlo. Debo ir a una junta en el Olimpo así que espero que no esté cuando regrese o lo convertiré en un delfín.

𝐋𝐄𝐆𝐀𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐍𝐎𝐒: El Ladrón del RayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora