𝐁𝐢𝐞𝐧𝐯𝐞𝐧𝐢𝐝𝐚 𝐚 𝐖𝐚𝐭𝐞𝐫𝐥𝐚𝐧𝐝

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         Acampamos en el bosque luego de que nos hubiésemos enfrentado a Medusa

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Acampamos en el bosque luego de que nos hubiésemos enfrentado a Medusa. Estábamos a unos cien metros de la carretera, en un claro donde anteriormente hubo una fiesta y dejaron un montón de basura por todas partes. Fue un tanto chistoso ver a Grover maldecir al aire como un desquiciado mientras se comía las latas de cerveza. No nos quedamos allí mucho tiempo, teníamos que volver a comprar boletos para llegar a Los Ángeles. Nos subimos por el tren Amtrak, pasando por varias colinas y ríos sin recibir ni un solo ataque por parte de otro monstruo. Esto no me daba mucha confianza por lo que tanto Annabeth como yo estuvimos pendientes un largo tiempo, teniendo ella la mochila con la cabeza de la gorgona, lista para cualquier inconveniente.

Hacia el final del segundo día que íbamos en el tren, el 13 de junio, ocho días antes del solsticio de verano, cruzamos unas colinas doradas y el río Misisipi hasta San Luis. Estábamos ahora viendo justamente el Gateway Arch y pude ver como Annabeth daba pequeños saltitos por querer quedarse y disfrutar de la "maravilla arquitectónica" como dice.

—Quiero hacer eso algún día...

— ¿El qué?—pregunté a Annabeth.

—Construir algo como esto o como el Partenón. Ese es mi más profundo sueño, el construir el mayor monumento a los dioses que se haya hecho, algo que dure miles de años.

Me la quede mirando y no pude evitar sonreír ante su ímpetu.

—Bueno, no me molestaría apreciar tal obra algún día. Para mi desgracia, a Poseidón siempre se le dio mejor destruir que crear.

La miré, y ella me miró asombrada antes de sonreír sutilmente ruborizada. Ja, otro punto a mi favor. Nos adentramos ante la insistencia de la hija de Atenea. Grover y yo nos observamos antes de asentir derrotados. Pasamos por un museo subterráneo después de esperar poco en la fila. No había mucha gente. Fuimos explorando cada parte mientras Annabeth soltaba uno que otro dato mientras yo miraba a mis alrededores.

— ¿Hueles algo?—le pregunté a Grover.

Sacó la nariz de la bolsa de gomitas lo suficiente para poder identificar algo pero solo me observó algo decepcionado.

—Estamos bajo tierra, el aire siempre huele a monstruo por el inframundo. Probablemente no signifique nada.

—No bajes la guardia. —ordené antes de mirar otra vez a mi alrededor.

No dejaba de pensar en el constante peligro en el que me encontraba. Además estaba mi sospecha de que las Furias no iban en específico para mí. No tenía pruebas pero sentía que buscaban algo similar a un objeto y pensé que podría ser el Rayo Maestro  para devolverlo, pero yo estaba en la misma misión y esas condenadas criaturas solo obedecen a Hades. ¿Podrá ser que Hades en verdad quiera el Rayo Maestro o extravió otra cosa muy importante o de igual valor? Pronto pasamos a un ascensor bastante limitado en espacio que no me agradaba por mi THDA. Nos apretujaron en unas cabinas junto a una señora gorda con un chihuahua que de vez en cuando me miraba mal y me ladraba.

𝐋𝐄𝐆𝐀𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐍𝐎𝐒: El Ladrón del RayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora