Supongo que lo único bueno de saber que existen los dioses griegos es que realmente puedes echarles la culpa sobre ciertas cosas. Por ejemplo, justo ahora tuvimos que caminar entre los bosques que hay en la orilla de Nueva Jersey solo porque el dramático de mi tío decidió hacer volar en miles de pedazos nuestro transporte hacia los Ángeles. Grover estaba temblando y balaba continuamente con miedo en sus ojos.
—Las Tres Benévolas—dijo inquieto—Y las tres de golpe...
— ¡¿Por qué demonios no saliste de allí?!—se quejó Annabeth.
—No iba a dejar que murieran por mi culpa. ¡No iba a tener tu sangre, ni la de Grover, en mis manos!
— ¡Me las hubiera apañado!—replico.
— ¡En pedazos quizás!
Vi como intentó replicar pero solo bufó molesta. Seguimos avanzando con nuestras cosas en las mochilas, aguantando lo poco de lluvia que había en el ambiente hasta que la tormenta ceso de repente. Al menos algo que lo que ya no debemos preocuparnos. Nos paramos y vimos cómo iban nuestras provisiones. Revisé mi mochila y noté que todo estaba, pero debido a la lluvia nuestra comida se había hachado a perder por el agua que se filtró. Aunque a Grover no era realmente un problema, pues sus latas estaban intactas y no les pasaba nada.
—Mira, yo...—dijo Annabeht intentando hablar—Aprecio que nos hayas salvado, ¿vale? Es solo que si tú murieras...aparte de que no podríamos tolerarlo, la misión se acaba. Y esta podría ser la única oportunidad de poder realmente ver el mundo que hay afuera.
— ¿Nunca has salido del Campamento Mestizo?
—No. Solo en excursiones cortas. —respondió—Allí entrenas y entrenas y está bien, pero el mundo real es lo que realmente me hará aprender.
—Bueno, al menos la prueba de valentía la captaste. No cualquiera podría hacerles frente a las Tres Benévolas. —respondí recibiendo por primera vez, una auténtica sonrisa de su parte.
Tras revisar lo demás, nos incorporamos algo cansados por caminar y continuamos el trayecto hasta que empezó a volverse más oscuro. Pasó un tiempo en el que me costaba realmente distinguir el lugar frente mí, de hecho llegue a pegarme con una rama mientras Grover entonaba una melodía en su flauta. De pronto, un olor delicioso a comida entro a mis fosas y me hizo otra el enorme cartel de neon. Este no era un restaurante de comida rápida, sino que era una de esas tiendas que encuentras en las carreteras. El edificio principal estaba rodeado de pequeñas estatuas y pude leer mejor el cartel luminoso: <<EMPORIO DE GNOMOS DEL JARDÍN DE LA TÍA EME. >>
—Genial, ahora tendré que esperar no chocar con un gnomo de jardín. —dije.
—Debemos ir con cuidado. —advirtió Grover.
—Están las luce encendidas—dijo Annabeth—Tal vez siga abierto.
— ¿Acaso están locos? Este sitio es rarísimo. —repuso el sátiro.
ESTÁS LEYENDO
𝐋𝐄𝐆𝐀𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐍𝐎𝐒: El Ladrón del Rayo
Fiksi PenggemarÉl jamás quiso ser un mestizo. Y mucho menos ser hijo del Dios de los Mares. Percy Jackson es un chico de de 12 años que ya ha sido expulsado de seis diferentes colegios debido a sus problemas de ira y falta de comportamiento. Sin embargo, todo en s...