No sentía nada más que la ira. Mi propia ira, desatándose contra la única persona que hizo de mi vida un infierno. Tanto tiempo, sufriendo de sus abusos de los abusos que le dio a mi madre, de sus constantes apuestas, de su constante hedor que me hacía vomitar y mucho más. Ahora me tocaba vengarme una vez más, no importa nada más. Tome mi espada con ambas manos y arremetí contra él pero siempre me evitaba.
Con una vez que lo alcance podré deshacerme de él. Llegó a un punto en el que pude derribarlo, pasando por encima de una roca y finalmente saltar a su derecha para tenerlo en el piso. Levanté mi espada en alto, listo para acabarlo cuando siento como alguien me detiene, miró hacia atrás y veo a... ¿otro Gabe? Esto no tenía ni un maldito sentido. Miré de nuevo hacia la persona que tenía a mi merced y también era Gabe, pero ya no tenía aquella expresión que solía tener. Lo veía atemorizado, al mismo tiempo que oía una voz diferente.
Me levanté del piso y caminé lejos, a la orilla del acantilado. Respiré varias veces, tratando de calmarme, contar del uno al cien para poder tener cierta paz. Aún escuché aquella voz llamándome, abrí los ojos y mi vista había vuelto a la normalidad, miré atrás y vi Annabeth.
—Percy...tranquilo. Respira...—me dijo.
Mire a sus espalda y estaba Grover, mirándome con un profundo miedo y un corte en la mejilla. Voltee mi mirada hacia Anaklusmos y notó como un pequeño chorro de sangre estaba en ella. Oh dios... ¿Qué hice? Me arrodille, lamentándome mirando hacia el piso y soltando el mango de cuero mientras Annabeth me consolaba como lo hizo en el camión que nos dio Ares.
—Lo siento...—decía entre lágrimas.
—No, no, no fue tu culpa. No eras tú...
Pronto vi a Grover enfrente de mí rodeándome con sus brazos. No lo entendía, le había hecho daño. ¿Por qué me abrazas? ¿Por qué abrazas a un asesino? Me desahogue, no supe por cuánto tiempo. En un punto pude relajarme, tallándome mis ojos a la vez de que me ponía de pie y los miraba y ellos a mí. Tenían una sonrisa cansada pero comprensiva. No había odio en ellos...
—T-Tenemos que avanzar...—dice Grover.
—Grover...yo...
—No te preocupes. —me interrumpe—Tu ira no era hacia mí...era hacia el tipo con el que se casó tu madre, ¿no?
Asentí aún avergonzado.
—Ella no se casó con él porque quería, sino porque debía.
— ¿A qué te refieres?—pregunté.
—Tu olor de semidiós era muy fuerte, pudiste haber atraído monstruos. El olor de este tipo debió haber sido muy fuerte como para que te ocultara del peligro.
Asentí, comprendiendo lo que me dijo. Mi madre, la única persona que quiero con todo mi ser, se casó con ese tipo para salvarme la vida. Por mí, soportó todo eso. Miré hacia adelante, directamente hacia el Jardín de Perséfone y avancé.
ESTÁS LEYENDO
𝐋𝐄𝐆𝐀𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐍𝐎𝐒: El Ladrón del Rayo
Hayran KurguÉl jamás quiso ser un mestizo. Y mucho menos ser hijo del Dios de los Mares. Percy Jackson es un chico de de 12 años que ya ha sido expulsado de seis diferentes colegios debido a sus problemas de ira y falta de comportamiento. Sin embargo, todo en s...