XXIV. Perdono pero no olvido

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Entré al comedor aún riéndome por el encuentro con Luke

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Entré al comedor aún riéndome por el encuentro con Luke. Le quería mucho, pues había sido un gran amigo para mí durante todos estos años, pero no podía corresponder sus sentimientos de la manera en que él quería que lo hiciera. Aun así me entretenía ver lo mucho que se esforzaba por conseguir una oportunidad conmigo y me divertía rechazarle en cada uno de sus intentos.

Por otra parte también me daba algo de pena, mi corazón le pertenecía a Matthew desde bien pequeños, así como el de Emily y ahora el de Isabella; Luke no parecía tener suerte con las mujeres de a su alrededor. No me imaginaba lo que podía sentir al ver cómo su amigo se hacía con todo lo que deseaba y cómo él siempre tenía que quedar en segundo plano a pesar del empeño que le ponía a todo en la vida.

Matthew se encontraba mirando por la ventana, pensativo, con ese mechón de pelo rebelde que escurría hasta sus ojos y que lo hacía ver como al antiguo joven que me robaba todos los suspiros en vez de como al hombre que hoy en día era y que tan amargado se mostraba. Seguía amándole con todas mis fuerzas, pero sí era cierto que deseaba volver a ver al sonriente y vivaz muchacho que solía ser años atrás.

—Buenas tardes, Mattie —le saludé sonriéndole con ternura.

Giró su cabeza en mi dirección, parecía perdido. Decidí acercarme hasta su posición.

—Buenas tardes, Grace —contestó ubicándose al fin.

—¿Todo bien, querido? —pregunté posando mi mano sobre su hombro.

Asintió y volvió a apartar la mirada para posarla en algún lugar del exterior.

—¿Cómo estás tú, Grace? —musitó.

—Decepcionada.

Aquella respuesta hizo que volviese a prestarme toda su atención.

—¿Decepcionada? ¿Con quién?

—Pues contigo, querido —solté con una sonrisa y puso sus ojos en blanco.

—¿A qué se debe esa decepción para conmigo?

—A que has osado mentirme hace un par de segundos.

Sacudió su cabeza, confundido, y aproveché para apoyarme contra la ventana de brazos cruzados dramatizando la situación.

Hasta que cese la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora