Día 11: Durmiendo juntos

378 35 6
                                    

-Puedes quedarte un poco más...

-Ikki, llevo aquí más de tres meses, tengo una vida en Madrid ¿sabes?

-Siempre serás bienvenida cuando gustes, Pandora.

-Sí, Ikki, igual ya nos probaste a todos que no mentías sobre ella.

Era una noche como cualquier otra en la Mansión Kido, la cena era deliciosa y la conversación algo trivial, no obstante, entretenida. Shun no había dicho mucho, estaba perdido en sus pensamientos; en cuanto a Hyoga, no le había quitado los ojos de encima a su novio, había algo en su mirada soñadora que lo hacía más atractivo de lo usual. Shiryu también había permanecido callado durante la cena, pero el Dragón había actuado raro desde aquella fiesta de San Valentín, después de haber besado a Seiya en el juego del Pocky.

Cuando la cena terminó, Saori se retiró a la sala, para pasar a las bebidas digestivas y al té. El resto de los Caballeros y Pandora la siguieron, a excepción de Shun.

-Disculpen, creo que me retiro por hoy.- dijo el peliverde, al levantarse del comedor. -Buenas noches.

Hyoga pensó en seguirlo, pero no quería ni pensar en lo que ocurriría por la cabeza del Fénix si se retiraba al mismo tiempo que su hermano. Así que no le quedó más remedio que acompañar a los demás a la sala. Bebió un vaso de vodka y después un taza de té, y jugó con Seiya un par de partidas de póquer. Cuando decidió que había pasado suficiente tiempo, se retiró.

Ikki le dirigió una mirada sospechosa, y tal vez habría hecho algo más que eso si Pandora no se hubiera retirado también, haciendo que el Fénix se preocupara por otros asuntos de mayor importancia para él.

De esa manera, mientras Pandora hacía de las suyas para llevar a Ikki a su habitación, el Cisne logró escabullirse en la recámara de Andrómeda.





Shun estaba completamente dormido, su respiración lenta y tranquila era lo único que se escuchaba en el cuarto. Hyoga se acercó de puntitas a la cama y se sentó en el borde, observando fijamente a su novio; le parecían adorables las tendencias somnolientas del Santo de Andrómeda, y su capacidad para quedarse dormido en un instante en casi cualquier lugar. Además, uno de los pasatiempos preferidos del Cisne era observar a su pareja dormir, de algún modo, le traía paz.

Comenzó a acariciar el cabello verde de su novio, este emitió un sonido somnoliento, Hyoga paró, temiendo haberlo despertado, pero se necesitaban más que simples caricias para sacar a Shun de su profundo sueño.

Estando así, el tiempo pasó volando, y cuando el rubio se dió cuenta de la hora, era casi media noche.

Ya era bastante tarde, y más de una vez, el Cisne pensó que era hora de retirarse a dormir. Pero no quería hacerlo. Odiaba tener que dormir en su habitación cuando Shun estaba en otra completamente diferente. Desde que Saori y los demás habían vuelto de sus respectivos viajes, los Caballeros de Cygnus y Andrómeda no habían podido compartir una sola noche, cosa que habían hecho con frecuencia durante la ausencia de los otros.

-Bueno... Ikki está ocupado con Pandora...- pensó el rubio. -No creo que le importe... tal vez... sólo por esta noche...

Decidido, Hyoga se quitó los zapatos, y con mucho cuidado se metió en la cama con su novio. Se acomodó junto a él, y lo observó otro rato más; veía atentamente como su pecho subía y bajaba, lento pero constante, y sonreía cada vez que el japonés dejaba salir algunos suspiros ocasionales.

-Me pregunto con qué sueñas, любимый....- se dijo para sus adentros el ruso. -¿Acaso sueñas conmigo?

Poco a poco, el Cisne comenzó a quedarse dormido, pero antes de que perdiera por completo el conocimiento, Andrómeda se acomodó, acurrucándose contra él, quizás sabía que estaba ahí, o tal vez no. Como fuera, Hyoga esbozó una enorme sonrisa, puso su brazo alrededor de Shun y cayó completamente dormido.





Poco después de una hora, Shun abrió los ojos, algo lo había despertado, no estaba seguro de qué realmente. Para su sorpresa, lo primero que vio al abrir los ojos fue la cara de su novio; el japonés se sonrojó ligeramente. Luego cayó en la cuenta de que no sólo estaba dormido a lado de Hyoga, sino que estaba completamente pegado a él y además, el rubio tenía sus brazos alrededor suyo.

¿Cuándo había pasado? No lo sabía, pero era agradable tener a su adorado patito a su lado.

Shun se anidó más contra Hyoga, si es que aquello era posible, y depositó un delicado beso en el pecho del rubio para luego tratar de volver a conciliar el sueño, con una enorme sonrisa en sus labios, y un gigantesco rubor en sus mejillas.

Reto 30 Días PatonejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora