Día 4: En una cita

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Hyoga tenía la respiración agitada, tenía la mirada fija en su reflejo del espejo del baño, su brazos recargados en el borde el lavabo. Lucía un elegante traje negro, camisa blanca con una corbata color vino y zapatos de un color negro brillante. Jamás había lucido mejor en su vida. Tal vez si hubiera peinado sus alborotados cabellos rubios se hubiera visto mejor, pero quería conservar algo de su imagen rebelde, quizás porque era una parte esencial de su atractivo, y algo que volvía loco a Shun.

Sobre la cama yacía una rosa roja, había pretendido que fuera un ramo completo, desafortunadamente aquellas flores eran caras, y sólo le alcanzó para comprar dos, pero como las flores en números pares se reservaban para funerales en su cultura, optó por llevar una sola pieza.

Respiró profundo antes de tomar la rosa y dirigirse a la habitación de Shun, seguro su novio ya estaba listo para entonces.

Hyoga tomó aore una vez más antes de tocar a la puerta.

-¡Está abierto!- escuchó la adorable voz de Shun del otro lado, y procedió a entrar.

Shun estaba en el baño, tratando de anudar su corbata.

-¡Ya casi estoy listo!- dijo el peliverde mientras asomaba su cabeza por la puerta.

Shun vestía un traje gris oscuro de tres piezas: pantalón, chaleco y saco; camisa blanca y una corbata de patrón escocés azul y negro. Llevaba su cabello recogido en una coleta baja, a diferencia del ruso, Andrómeda sujetaba su largo y suave cabello para ocasiones especiales.

-¿Necesitas ayuda?- le preguntó el Cisne cuando vio que su pareja tenía algunos problemas con la corbata.

-Creo que sí...- respondió Shun, saliendo completamente del baño y parándose en frente de Hyoga, quien se inclinó para dejar la rosa en la cama.

El Cisne comenzó a anudar la corbata de su novio, Shun lo observó detenidamente, los suaves movimientos del ruso le erizaban la blanca piel y provocaban mariposas en su estómago.

-Listo...- declaró el rubio mientras escondía la corbata dentro del chaleco. -Luces muy bien, Shunny.

-G-Gracias...- contestó Andrómeda, ruborizándose y sonriendo adorablemente. Hyoga quedó en trance mientras admiraba la belleza de su novio.

-¿Es para mí?- preguntó Shun al notar la flor que descansaba en su cama, obligando a Cygnus a regresar al mundo real.

-¿Eh? ¡Ah! Sí...- dijo avergonzado. -Para ti...- continuó mientras le entregaba la rosa a su novio.

-Es hermosa Hyoga, muchas gracias- exclamó el peliverde mientras acariciaba uno de los pétalos de la flor.

-No tanto cómo tú...- agregó Hyoga, besándo dulcemente la mejilla de su novio, logrando que la cara de Shun se tornara de un color rojo brillante. -¿Nos vamos?- preguntó mientras le ofrecía su brazo a Shun para que se colgara de él.

Shun esbozó un tímida sonrisa y sujetó el brazo del rubio.

Hyoga había planeado una cena en un restaurante elegante para su primera cita formal. Primero había pensado en algo más casual, como el cine o un helado, pero aquellos pequeños momentos y detalles, sencillos y hermosos, los vivían con frecuencia día con día, especialmente desde que ambos se encontraban solos en la Mansión. Para aquella noche, Hyoga quería algo más romántico y único.

Llegaron al lugar, era de muy buen gusto, con iluminación tenue y romántica, y un ambiente bastante tranquilo y seductor; se podía escuchar un piano que tocaba jazz muy delicadamente, las mesas estaban decoradas con sencillos y elegantes arreglos florales, los meseros vestían de traje y la comida les servía en lujosas vajillas de porcelana. Luego de que Hyoga indicara el nombre de la reservación, la hostess los dirigió hasta su mesa, esta estaba ubicada junto a la ventana.

-¡Esto es hermoso, Hyoga!- exclamó Shun mientras tomaba asiento. -Pero... ¿seguro que puedes pagarlo?

-Hay una razón por la que sólo te di una rosa y no un ramo completo- respondió el rubio con una sonrisa. Ambos rieron.

-No quiero que gastes en mí, con estar a tu lado me basta- le aseguró Shun mientras extendía su brazo sobre la mesa.

-A mi también, pero quería que esta noche fuera inolvidable- expresó el ruso mientras sujetaba la mano de Shun.

El mesero llegó a tomar su orden y Hyoga ordenó una botella de vino que Shun no podía comenzar a pronunciar.

-Creo que es verdad que los europeos son más sofisticados que el resto de nosotros...- bromeó Shun después de que el mesero se hubiera retirado, su novio rió.

-Te amo- le dijo Hyoga con suavidad.

-Yo también te amo... patito- respondió Shun, sonrojándose al decir la última parte.

-Y amo que me llames así- Hyoga sonrió.

Su comida llegó, con toda la gracia y porte que se merecía, ambos Caballeros charlaron durante la cena, hacían bromas, reían y se decían lo mucho que disfrutaban de la compañía del otro. En realidad era la cita perfecta para ambos.

Reto 30 Días PatonejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora