Día 13: Intercambio de ropa

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Shun corría por los terrenos de la Mansión Kido, caía un aguacero despiadado. El Santo de Andrómeda había decidido salir a caminar por ahí, sin rumbo alguno. ¿Por qué? Porque quería y podía. Salir a caminar era uno de sus pasatiempos preferidos. A veces le gustaba hacerlo acompañado, en otras ocasiones optaba por hacerlo solo, para tener un poco de tiempo para él mismo. Esa era una de esas veces, pero había perdido la noción del tiempo y de la orientación por completo, al menos hasta que comenzó a llover y el cielo se cayó sobre su cabeza.

No traía ni paraguas ni ropa para lluvia, el pronóstico del tiempo había dicho que estaría soleado, y lo estaba hasta hace unos momentos. Ahora necesitaba regresar a la casa cuanto antes, seguro estarían preocupados por él.





-¡¿Cuándo se nubló tanto?!- exclamó Shiryu, cuando notó que la luz natural ya no le era suficiente para continuar su lectura.

-Quién sabe...- contestó Seiya, sin prestarle mucha atención a las palabras de su amigo, estaba ocupado aplastando a Hyoga en los videojuegos.

-¿Dónde está Shun?- inquirió Ikki, alzando la vista de su celular.

-Fue a caminar... ¿¡Es en serio, Seiya!?- respondió Hyoga, intentando salvar lo poco que le quedaba de dignidad después de haber sido derrotado por Pegaso.

-Deberá apresurarse o lo agarrará la lluvia...





-Maldición, maldición, maldición...- Shun no podía ver nada, todo estaba cubierto de niebla y lluvia imparable, su cabello chorreaba en su frente, contribuyendo a bloquearle la visión. Ni hablar de su ropa, estaba completamente empapada y cubierta de lodo, pues en la prisa que traía el peliverde, se tropezó un par de veces.

Finalmente logró divisar la silueta de la Mansión. En lugar de apresurar el paso, lo alentó; estaba totalmente agotado, y ya que sabía exactamente a qué distancia de la casa se encontraba, no le vio el caso seguir corriendo, igual ya estaba mojado.

Ikki estaba caminando de un lado a otro en la sala, el aguacero llevaba unos veinte minutos y no había rastro de Shun.

-Voy a salir a buscarlo...- dijo tomando sus llaves y su chamarra.

-¿Con esta lluvia? ¿Estás loco?- agregó Seiya. -Cálmate, Ikki. No debe tardar, los terrenos son grandes, pero tampoco es para tanto.

-Tal vez se resguardó por ahí a esperar que pasara la lluvia.- añadió Shiryu, tratando de calmar al Fénix.

-Si, Ikki. Ya ni Hyoga...- el Fénix le dirigió una mirada seria a Seiya, y después la desvió hacia el Cisne, este estaba muy campante comiendo palomitas mientras veía el televisor.

-¿No te interesa en lo más mínimo lo que le pase a mi hermano, pato?- le espetó el peliazul, el ruso volteó, un poco ofendido por las insinuaciones de Ikki.

-Shun no es idiota, Ikki. Tengo la certeza de que encontrará la manera de regresar sano y salvo.- el Fénix apretó los puntos, la tranquilidad y frialdad de Hyoga lo sacaban de quicio. -Además, le dije que si algo ocurría se comunicara vía Cosmo.

-¿Lo ves, Ikki?- continuó Seiya. -Shun cruzará esa puerta en cualquier momento...- Pegaso señaló la puerta de entrada, y justo en aquel momento esta se abrió, dejando pasar a un muy mojado y cansado Caballero de Andrómeda.

-¡¡¡SHUN!!!- los cuatro Caballeros de Bronce se apresuraron al encuentro del peliverde.

-¿Qué te ocurrió?- preguntó Shiryu.

-Hay agua en la casa Shunny, no necesitabas salir para tomar un baño jaja...- bromeó Seiya.

-¿No que no le había pasado nada, pato?- reclamó Ikki, Hyoga volteó los ojos.

-¿Por qué no llamaste? Hubiera ido a alcanzarte...- dijo el rubio, dirigiéndose a su novio.

-E-Estoy bien...- dijo Shun, con falta de aliento. -Creo... creo que me alejé demasiado...

-Tienes que ir a secarte, o te enfermarás...-agregó el Dragón. Shun asintió.

-Te acompaño...- declaró el Cisne.

-Creo que puede solo, ganso.- interrumpió abruptamente el Santo del Fénix.

-Nii-san...- el peliverde intentó calmar a su hermano mayor. -Gracias, Hyoga.- se dirigió a su pareja y sonrió adorablemente, extendiéndole la mano al ruso.





Hyoga le preparó el baño a su novio y después fue a buscar ropa seca para él, sin embargo, aunque Andrómeda era un persona bastante organizada, desde que el rubio pasaba más tiempo en la recámara del japonés que en la suya propia, esta se encontraba un poco desordenada y tirada. El Cisne era inepto para poner las cosas en su lugar.

Ambos tenían la mitad de sus cosas en su habitación y la otra mitad en la habitación del otro, para evitar tener que andar saliendo del cuarto a horas extrañas por nimiedades como ropa interior limpia, calcetines o un cambio de ropa.

Aún así, Hyoga se las ingenió para encontrar una yukata limpia para su novio, de paso sacó un cambio de ropa para él, aprovecharía el agua caliente y tomaría un baño él mismo; y si se apresuraba, podría alcanzar a Shun.

Para su mala suerte, Saori lo llamó rápidamente para preguntarle algunas cosas, después tuvo que atender una llamada telefónica de Camus y finalmente ayudó a Tatsumi a abrir un frasco de pepinillos.

Cuando por fin llegó al baño, Andrómeda ya iba de salida.

-Arghh, rayos, esperaba poder alcanzarte...- se quejó el ruso mientras se quitaba la playera, Shun le sonrió y se sonrojó levemente.

-Será para la próxima, patito. Aunque te lo puedo compensar más tarde.- la adorable sonrisa del japonés se transformó en una traviesa, acto seguido, depositó un beso en los labios de su novio.





Shun salió del baño y vio la ropa limpia sobre la cama, sonrió para sus adentros ante el detalle del Cisne.

Tomó la yukata que Hyoga había sacado para él y estaba a punto de ponérsela cuando notó que a lado de ella yacía una playera azul cielo y unos pants gris oscuro, de Hyoga, sin duda.

Andrómeda se quedó pensativo un momento, y con cuidado, y como quien no quiere la cosa, dejó la yukata de nuevo sobre la cama y tomó la playera de Cygnus. Lentamente la acercó a su cara y la olió, el mero aroma de Hyoga lo hizo estremecer, era delicioso y placentero. Abrazó por un rato más la playera, para poder llenarse del aroma del ruso por completo.

Tenía curiosidad y sentía un deseo increíble de meterse dentro de aquella prenda. Lo meditó unos segundos y por fin se dio por vencido. Introdujo su cabeza en la playera, era como si Hyoga lo rodeara con su brazos; finalmente terminó por ponerse los pants también, ya que eran el complemento de la playera.

Se sentó en la cama y abrazó sus piernas, era como tener a Hyoga junto a él, era agradable y tranquilizador, podía permanecer así para siempre.

El ruso salió del baño, con la toalla sujeta a su cintura, apenas cubriendo lo esencial. Shun volteó y sonrió patéticamente, Hyoga se quedó sorprendido cuando vio que su novio traía puesta su pijama.

-¿Te gusta?- le dijo el Cisne, sentándose en el borde de la cama. Shun asintió tiernamente, ruborizándose al hacerlo.

-Me queda algo grande... pero... es cómoda y... huele a ti...- Hyoga se acercó a su novio, le quitó el cabello de la cara, poniendo un mechón detrás de su oreja y lo besó lentamente en los labios.

-En ese caso...- murmuró cuando se separó de los rosados labios del peliverde. -¿Me dices como se pone esta cosa...?- tomó la yukata en su manos. Shun rió.





Cuando ambos Caballeros bajaron a cenar, el Fénix casi se ahogó con su propia saliva cuando vió que Hyoga llevaba puesta la yukata preferida de su hermano. Luego hizo una mueca de disgusto cuando se imaginó de quién sería la ropa que Shun vestía.

Reto 30 Días PatonejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora