Día 8: Cocinando algo juntos

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-¿Vas a querer ayuda con eso?- le preguntó Hyoga a su novio mientras le daba una mordida al trozo de sandía que sostenía en su mano.

-¿De ti?- respondió Shun entre risas, estaba atando su cabello en una coleta y lucía un delantal blanco en la cintura. -Patito, no te ofendas pero... tienes las habilidades de cocina de una zanahoria...

Hyoga arqueó una ceja, era lo más rudo que Shun le había dicho en su vida.

-Creo que puedo batir un par de huevos y harina... ¿no crees?

-Lo dudo...- Shun comenzó a sacar todo lo necesario para la preparación de las galletas. -Si alguna vez te quedaras completamente solo en esta casa, encontrarían tu cadáver con los brazos extendidos hacia la cocina.

-¡Vamos! Hasta los niños preparan galletas...- el Cisne rodeó con sus brazos a su pareja, desde atrás. Shun recargó su cabeza en el hombro del rubio, sujetando los brazos de este.

-Bien. Serás mi pinche.- el ruso se atragantó con su propia saliva.

-¿Disculpa?- exclamó, un poco indignado por las palabras de Andrómeda, este se carcajeó.

-¡Así se les llama a los ayudantes de cocina!- dijo sonriendo el peliverde; se volteó y besó tiernamente la comisura de los labios de Hyoga, quien seguía un poco ofendido.

Shun le indicó que le leyera los ingredientes, para asegurarse de que no le faltara nada.

-Aquí dice que uses jengibre en polvo...- mencionó Hyoga, al ver que Shun había comprado jengibre fresco.

-Ah, sí. No te preocupes, fresco sabe mejor.

-Bien, hay que mezclar todo en un recipiente.

-Genial ¿me ayudas a medir dos tazas de harina?- Hyoga procedió a realizar la tarea encomendada por Shun, abrió el costal de harina y lo volteó sobre la taza medidora, ocasionando que la mayoría cayera fuera de esta.

-¿¡Qué diablos!?- exclamó el Cisne al ver el batidillo que había hecho. Su novio lo miró y comenzó a reír.

Cuando finalmente logró tener dos tazas de harina, Hyoga las agregó a la mezcla, pero...

-¡NO! ¡Espera!- chilló Shun, asustando al rubio.

-Hay que cernirla primero...

-¿Qué cosa?

-Pásala por el colador, para deshacer las bolitas que pueda tener....

En el tiempo que al Caballero de Cygnus le tomó medir y cernir la harina, Shun logró batir por su cuenta el resto de los ingredientes.

-Hyoga, pareces un monstruo de nieve...- dijo Shun, entre risas.

-Ríete, mi amor...- respondió el rubio mientras intentaba mover la espesa mezcla con su manos. Tomando a su novio desprevenido, el Cisne se abalanzó hacia él, abrazándolo y besándolo por todas partes, cubriéndolo de harina y masa.

-¡¡¡Hyoga!!!- girtó Andrómeda, mientras intentaba alejar a su novio. Hyoga se carcajeaba al ver la reacción y el aspecto de su novio cubierto de blanco.

-Te ves gracioso...- le dijo mientras le daba un tierno beso esquimal a su pareja. -¿Qué sigue?

-Extender la masa.- respondió el peliverde. -Creo que puedes hacerte cargo de eso ¿no? Tus brazotes deben servir para algo.- agregó, dando una ligera palmada en los bíceps del ruso.

Era una tarea sencilla, sin duda alguna; pero el Cisne se las ingenió para hacerla complicada y desastrosa:

Primero, olvidó enharinar el área, aunque esa no fue enteramente su culpa, pues Shun debió anticipar que su patito no tenía la menor idea que debía hacerlo para evitar que la masa se pegara a la mesa. Además olvidó enharinar el rodillo, lo que hizo que la masa no sólo se pegara al área de trabajo, sino también al rodillo; así que en lugar de aplanarla, sólo logró hacerla bolas. Cuando Andrómeda notó que su novio estaba perdiendo la lucha contra la masa, se acercó a ayudarlo.

Ahora todo estaba enharinado y listo, nada podía fallar... ¿verdad?

Una vez más, el rubio logró enredar la situación, pasó el rodillo demasiado veces; en cada rodada, la masa iba perdiendo densidad, hasta que quedó tan fina que se rompió.

-Hyoga-chan... mejor termina de limpiar, yo aplano la masa.

Derrotado, Cygnus se dispuso a terminar de limpiar la cocina llena de harina. Cuando la masa estuvo lista, llegó la hora de cortar la masa.

-Esto no debe presentarte ningún problema ¿verdad, patito?

-¡Ja! ¡Por supuesto que no!

-Seguro...

Comenzaron la divertida tarea, Hyoga no se decidía si quería un arból, una estrella o el tradicional muñeco.

-Hyoga, date prisa, el horno ya está caliente...

-Espera un momento...

-Patito, en serio, no se hornearán bien si no las metemos ahora...

-Sólo me faltan unas cuantas más...

-¡Hyoga!

-¡Bien!- en su desesperación, el rubio tomó la masa restante y la hizo bolas, poniéndola en la charola con las demás figuras.

-¡¿Qué es eso?!- exclamó Shun al ver la mole de masa.

-Una esfera, de tamaño real y en 3D. Listo, puedes meterlas...

-Esa cosa jamás se horneará...

Mientras esperaban a que las galletas y la mole se hornearan, Andrómeda se dispuso a hacer el glasé para la decoración.

-¿Te ayudo?- se apresuró a decir el rubio.

-Creo que mejor me encargo yo de esto...- contestó Shun, no muy convencido.

-¡Vamos, amor! ¡Sólo es batir! ¿Qué puede salir mal?

Todo.

Shun puso el agua, el azúcar glass y el polvo de merengue en un recipiente. Respiró hondo y le entrego la batidora a su novio.

-Ahora recuerda que debes encender...

-Sí, sí, sí. Lo tengo.- el peliverde fue interrumpido por un muy confiado ruso. Este encendió la batidora antes de introducirla en la mezcla, lo que provocó que todos los polvos volaran por todo el lugar.

-Tienes razón... mejor hazlo tú...- resignado, el Cisne le entregó la batidora a su novio, que estaba cubierto en azúcar.

Cuando el tiempo de cocción se completó, Shun fue a revisar las galletas. Sorprendentemente, la mole de Hyoga se había horneado por completo.

-Parece que no soy tan terrible en la cocina después de todo...- expresó orgullosamente el Cisne.

-Lo que digas, mi amor...- respondió Shun, dándole a Hyoga por su lado.

Decoraron las galletas, mientras Andrómeda hacia unos bellos adornos, el rubio demostraba que no sólo carecía de habilidades culinarias, sino también artísticas. El peliverde soltó una risita al ver las galletas de su novio.

-¿Cómo vas a decorar tu bola?- inquirió el japonés, curioso.

-Es una esfera... Le hice unos copitos de nieve...

-¿En serio? Creí que era sarampión.- ambos estallaron en carcajadas.

Finalmente, las galletas estuvieron listas, y la ansiosa hora de probarlas llegó. Llenos de ilusión, los Caballeros se llevaron una a la boca.

-¡Aaaah!- exclamó el peliverde.

-Rayos...- añadió el ruso.

Las galletas no sólo eran feas a la vista, estaban tan duras que era casi imposible morderlas, y de poder llegar a probar un pedazo, los Caballeros habrían notado un sabor muy picante, pues el jengibre fresco era más intenso que el molido.

-Son horrendas...- dijo Shun, decepcionado.

-Ni para ponerlas en el arbolito...- secundó Hyoga. -Mejor las compramos ya hechas para Navidad ¿te parece, corazón?

Reto 30 Días PatonejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora