Día 12: Conociendo heridas

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El sol comenzó a entrar apaciblemente por la ventana de la habitación; las cortinas no estaban completamente cerradas, lo que dejaba pasar un tenue rayo de luz. Aquello fue suficiente para interrumpir los sueños del Santo de Andrómeda, quien abrió los ojos perezosamente.

Nuevamente, sus hermosos ojos verdes se encontraron con la somnolienta cara del Cisne, que seguía pegado a él. Shun sonrió, ahora era su turno de observar a su patito dormir.

Los finos y claros dedos del japonés enmarcaron el rostro del rubio, recorrieron desde su frente hasta la barbilla, después definieron aquellos delgados labios con suma delicadeza. A continuación, los blanquecinos dedos se deslizaron por el cuello y bajando hasta la clavícula, terminando en el pecho del ruso. Los botones que lucía la playera de Cygnus en la parte superior, estaban desabrochados, lo que dejaba vislumbrar parte de sus pectorales.

Shun se mordió el labio, tenía curiosidad de ir más allá con su mano, pero no estaba seguro de si era correcto con su novio profundamente dormido.

Bueno... seguro no le importaría...

Con un ligero rubor coloreando sus pómulos, el Caballero de Bronce se aventuró hacia los pectorales del rubio. Con cuidado, abrió un poco la más la abertura de la playera, pasando sus finos dedos por el bronceado cuerpo del Cisne, tan definido y fuerte.

La sonrisa que Shun esbozó al tocar a su pareja despareció cuando algo inusual captó su atención. Justo a la altura del corazón, pero un poco más a la izquierda, había una especie de cicatriz; bastante grande, no parecía nueva, pero tampoco lo suficientemente vieja para que se la hubiera hecho durante su entrenamiento en Siberia. Tal vez era una marca de nacimiento.

El peliverde no pudo seguir haciendo conjeturas, pues Hyoga comenzó a despertar.

-Mmmmmm... hola...- murmuró el rubio, con flojera. Se notaba que aún tenía sueño.

-Hola...- saludó Shun. -Buenos días, patito...- Hyoga sonrió, siempre lo hacía cada vez que Shun lo llamaba de aquella forma. -¿Te desperté?

El Cisne negó con la cabeza, se estiró y acomodó, quedando boca arriba. Andrómeda se acostó a su lado, recostando su cabeza sobre el hombro del rubio y colocando su pequeña mano sobre su pecho.

-Ikki me matará si me encuentra aquí...

-Nah. Te mataría si nos hubiera encontrado esa noche.- ambos rieron al recuerdo de la noche en cuestión. Una gran experiencia, sin duda.

Estuvieron en silencio un rato, Hyoga no paraba de hacer caricias al cabello de Shun, y el peliverde se había perdido en el sonido de la respiración de su novio.

-Hyoga...- dijo finalmente el japonés.

-¿Mmm?

-Vi que tienes una cicatriz en el pecho... ¿cómo pasó?- preguntó Shun , con cautela. Pasó su mano por el pectoral izquierdo del rubio, deteniéndose en donde se encontraba la marca.

-Esa se la debo a tu hermano...- contestó tranquilamente el ruso.

Shun se levantó para poder hacer mirar bien la cara de Hyoga, realmente no esperaba aquella respuesta. Los hermosos ojos de Andrómeda se encontraron con los del Cisne, demandando una explicación más amplia.

-Fue durante la pelea con los Caballeros Negros... después de derrotar al Cisne Negro me enfrenté a tu hermano. Y perdí...- Shun no sabía que contestar, parte de él se sentía responsable por todos los problemas que se habían desencadenado por la afiliación del Fénix a los Caballeros Negros; claro que en esa batalla, no le sirvió de nada ser el adorado hermano menor, de igual modo, Ikki le dio una paliza.

-Si no hubiera traído el rosario de mi mamá conmigo... tal vez habría muerto.

-No hables así- declaró el peliverde, abruptamente. Hyoga notó la angustia en los ojos de su novio y acarició su mejilla con el dorso de su mano.

-Hey... no te preocupes. Son gajes del oficio ¿no?- Shun sostuvo la mano del rubio para que no dejará su lugar. -Aunque ciertamente tú estás menos maltratado que yo.- Andrómeda rió por lo bajo.

-Es por las cadenas. El Rolling Defense es bastante útil.

-No tienes que decírmelo...- Hyoga sonrió, recordaba todas esas veces que sin siquiera pensarlo, Shun se apresuró a defenderlo con las Cadenas de Andrómeda. Sabía que lo habría hecho por cualquiera, como lo ocurrido en la Casa de Libra, pero le gustaba pensar que lo había hecho más veces por él que por el resto de sus camaradas.

El ruso se incorporó para poder alcanzar los labios de Shun.

-Te amo

-Yo también, Hyoga-chan.

-Sí, pero yo te amo más.

Reto 30 Días PatonejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora