Día 16: Dibujando al otro

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Era una mañana soleada y agradable en Sochi, dos Caballeros de Bronce estaban recostados sobre la arena disfrutando del poco sol que el paraíso ruso tenía para ofrecer. Mientras un sensual rubio se relajaba intentando tomar una siesta, el hermoso japonés a lado suyo estaba demasiado entretenido con un cuaderno y un lápiz.

Hyoga estaba en su mundo y Shun en el suyo, y parecía que ninguna de sus actividades interferirían con las del otro. El Cisne escuchaba las olas romper en la orilla y los suaves trazos del lápiz de Andrómeda completaban aquella melodía.

Todo era paz y calma, hasta que la música creada por el ambiente se vio interrumpida por el brusco sonido del papel siendo arrugado y maltratado por una violenta goma para borrar.

Tal ruido, acompañado de unos gruñidos adorables por parte de Shun, interrumpieron la idílica mañana que el ruso estaba pasando, obligándolo a dirigir la mirada discretamente hacia su prometido. Los trazos que este hacía ya no eran las suaves y delicadas líneas que eran hasta hace unos minutos, se notaba en la furia en la que eran plasmados sobre el papel, que el Caballero de Andrómeda estaba perdiendo la paciencia.

Hyoga intentó ignorarlo, y volvió a cerrar sus ojos y a disfrutar del sonido de las olas, pero el bendito borrador seguía interrumpiéndolo. Continuó de ese modo por unos momentos más hasta que un suspiro de derrota por parte del peliverde puso fin al infernal ruido.

-¿Qué te pasa?- preguntó el Cisne al aire, sin siquiera abrir los ojos.

-Nada...- respondió el japonés con voz de puchero, tirado en la arena con su brazo cubriendo sus ojos.

-¿Y por qué asesinaste a esa hoja con la goma?- Shun suspiró y se volteó para encarar a su pareja.

-Una vez vi que Shiryu dibujaba el paisaje de los Cinco Picos, me dijo que lo hacía para recordar la vista y todos los buenos momentos que había pasado allá. Quería intentar lo mismo.

-Eso es lindo...- añadió Hyoga con voz somnolienta.

-Sí, pero a menos que en cincuenta años quiera recordar la deforme playa de Sochi, esto no funcionará.- al terminar de hablar, Andrómeda estampó su cara contra la arena.

-Amor... Shiryu no llevaba una cámara, nosotros sí.

-Pero un dibujo es especial y...

-Aquí vamos...- el rubio suspiró y se incorporó. -Dame el cuaderno.

Shun le entregó el cuaderno y el lápiz e inmediatamente comenzó a hacer trazos a diestra y siniestra. Cuando terminó, le entregó al peliverde un dibujo bastante caricaturesco de una playa.

-Wow Hyoga, eres la reencarnación de Kandinsky sin lugar a dudas...- mencionó sarcástico el japonés al ver el dibujo que su prometido le entregaba.

-Él pintaba arte abstracto... de haber pintado esta playa probablemente luciría como esa...- declaró y volvió a acostarse sobre la arena. Cuando notó que Shun no estaba satisfecho se incorporó nuevamente.

-Se me dan mejor las personas...- el ruso tomó el cuaderno nuevamente. -¿Quieres algo especial? Bien, acomódate.

Shun lo miró extrañado, no tenía mucha idea de lo que el Cisne pretendía. -¿Que harás?- le preguntó mientras se acostaba de lado, recargando su cabeza sobre su mano.

-Te voy a dibujar...- Shun soltó una carcajada. De todo lo que sabía sobre Hyoga, jamás se le hubiera ocurrido que dibujar era uno de sus talentos, mucho menos después de haber visto el dibujo que hizo de la playa.

-No te rías, es en serio...- dijo el rubio, sonriendo. -Antes de que mi madre muriera tuve un educación cara, y Camus me enseñó una que otra cosa.

Poco a poco la sonrisa del japonés comenzó a borrarse cuando notó que Hyoga verdaderamente iba en serio. Su mirada se perdió en los delicados movimientos de su prometido y la serenidad que lo invadía. Cada vez que los ojos azules del Cisne se posaban sobre él, se estremecía. Aquella mirada tan seria, tan concentrada y penetrante lo dejaban embobado.

-¿Qué ocurre?- preguntó el rubio cuando se percató que los ojos verdes de Shun no se apartaban de él.

Andrómeda negó con la cabeza y sonrió, sonrojándose levemente.

-¡Dibújame como a tus chicas francesas, Jack!- bromeó el japonés, intentando romper la tensión que lo llenaba. Hyoga rió por lo bajo.

-No me hagas reír o me harás perder el estilo...- contestó, retomando la seriedad seductora que hacía temblar a Shun.

Cuando por fin terminó, le mostró el resultado final a su prometido.

-Vaya... no tenía idea de que podías dibujar así...

-Pues en Siberia sólo hay hielo, entonces lo único concreto que podía dibujar eran personas... bueno, a Camus y a Isaak... tal vez a Yakov un par de veces...

-Me encanta...- Andrómeda se acercó al ruso y lo besó en la comisura de los labios.

-Así es como yo te veo...- respondió Hyoga, correspondiendo al beso inmediatamente después.

Reto 30 Días PatonejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora